Es jueves por la tarde y se te cruza por las redes sociales un mensaje raro. ¿Alguien en Sevilla el sábado para unas cañas? Uy que raro, el sábado, dice la colega, pensé. Oye, que el concierto de Bruce es el domingo, no el sábado. Aaaaamigo, pero es que el sábado hay una prueba de sonido para prensa y un encuentro “informal” con los medios. Aaaaaaaah. Saltan todas las alarmas, nos atacan frontalmente directos al corazón, esto hay que solucionarlo en dos minutos o nos encontrará la muerte.
Un minuto y 58 segundos después ya está todo en su sitio, todo ha encajado con asombrosa facilidad y mi vida adquiere un nuevo sentido. Es probablemente la primera gran buena noticia después de meses raros, confusos, en los que todo parece irse al garete a la jodida velocidad de la luz. A partir de ese instante, insomnio, taquicardias y la imaginación volando rápido, lejos, incontrolable.
La noche del viernes tocó velar armas, reposar, descansar, pero no dormir. Serían aproximadamente las 4 de la madrugada cuando al fin fui capaz de conciliar el sueño. Pero lo mejor no es esto, sino que el ojo izquierdo decidió que ya había tenido suficiente en torno a las 8, apenas 240 minutos después. Hostias hostias hostias, que te tienes que ir a Sevilla, que vas a ver a Bruce en plan exclusivo, de cerca, ay ay ay, la madre que me parió.
El viaje en AVE es como siempre fascinante. No habíamos pasado Villaverde cuando ya estábamos acodándonos en el vagón bar, solicitando las Cruzcampo que sin duda merecíamos como el que más. Una sin alcohol y un gin tonic mediante, fundido en negro y el siguiente episodio comienza ante el escenario de Bruce Springsteen & The E Street Band en el Estadio de La Cartuja de Sevilla. Demasiado para mi, en serio, yo es que no puedo con la vida, pero hago lo que puedo para comportarme.
Efecitvamente, todo está ya preparado en el Estadio de La Cartuja de Sevilla para la nueva gira europea de Bruce Springsteen & The E Street Band. Tras dos meses de conciertos en pabellones estadounidenses, este domingo el sol sofocante de la capital hispalense –las temperaturas rondarán los 40 grados- recibirá con todo su esplendor a la que probablemente sea la mejor banda de rock en grandes espacios. Cerca de 40.000 personas darán fe de ello. Pero eso será mañana, la hostia, porque ahora, 26 horas antes, esto se ha convertido en una cuestión personal entre ÉL y yo.
Pocas experiencias más intensas hay en el mundo del rock que presenciar un ensayo de 90 minutos de Bruce Springsteen & The Street Band en un estadio vacío, apenas poblado por un centenar de periodistas más o menos fanatizados y familiarizados con el músico americano. Alrededor de las siete de la tarde comenzaron a aparecer sobre el escenario los músicos Roy Bittan, Garry Tallent, Max Weinberg, Steve Van Zandt y Nils Lofgren, acompañados por el resto de una actualmente inabarcable banda que llega hasta los quince miembros. Joder, joder, joder, otra vez esa sensación adolescente que creía perdida. Pero gracias al cielo, no, sigue ahí, a la vuelta de la esquina, y ahora es otra vez mía, fanático de alguna manera enamorado.
Como si de un concierto “de verdad” se tratara, fue Bruce Springsteen el último en salir al escenario, con vaqueros, camiseta negra y gafas de sol. “Hola, ¿cómo estáis?”, lanzó a los asistentes con su sempiterna sonrisa. Los músicos atacan un We take care of our own que suena majestuoso. Al final, silencio y tímidos aplausos, algún aullido más o menos contenido, y el jefe de todo esto colocándose la mano en la oreja reclamando algo más de ruido. Vale, pues ahí va más ruido. Mejor así. Tímidamente alzo un brazo, luego otro. ¡Qué coño, los dos! Esto ya no me lo roba nadie, es un instante inimaginable hace años, pero que da sentido a que yo sea periodista. Yo soy esto por culpa de gente como Bruce, y lo de hoy es muy fuerte.
Suenan también Death to my hometown, Rocky ground y la totémica Thunder road. Como esto es una especie de ensayo general, en Waiting on a sunny day Bruce baja del escenario y se pasea entre cámaras, fotógrafos y redactores. Pasa entre nosotros y le chocó la mano. Cojones, está fuerte el bicho. Pasa de largo, pero tiene que volver. Venga, me posiciono y ahí vienes, te muestro el puño, te saco molla. Te hago gracia, te pones a mi lado y comparamos. Eeeeeeh tu ganas, vale. Pero es que no te quiero ganar, yo lo que quiero es decirte que tu música me anima a levantarme cada mañana y a seguir dando guerra. Pero coño, tengo un video la hostia de gracioso que debería ir aquí, pero que ahora una compañera periodista lleva en su móvil camino de Madrid mientras yo sigo en Sevilla trabajando y esperando al concierto de mañana. Es la hostia de gracioso y debajo de estas líneas irá en cuanto lo tenga, espero que más pronto que tarde.
Turno después para I’m going down, Shackled and Drawn y algunas pinceladas del incendiario Apollo Medley. Durante todo este tiempo Jake Clemons, el sobrino del gran Clarence fallecido el pasado año, no para de bromear, mientras Bruce no para de sonreir, carcajearse y, cómo no, dar órdenes e indicaciones al resto de sus compinches. Y todos a cerrar el boquino, pero sin perder el buen rollo.
Una vez finalizada la prueba de sonido, Bruce atendió a los periodistas y les dijo que siempre es “fantástico” estar en España. Además, señaló que siempre hace mucho calor en nuestro país, por lo que añadió que mañana va a “sudar como un perro”. Eso será durante el concierto, porque las horas previas las empleará, según ha asegurado, en dormir todo el día para estar descansado y a punto para las cerca de 40.000 personas que asistirán al concierto inaugural de la gira.
Siendo Wrecking ball un disco de alto contenido político, Bruce hizo referencia también a los tiempos inciertos que se están viviendo a nivel mundial. Planteó que las crisis son cíclicas y lamentó que éstas siempre caen sobre los mismos, al tiempo que manifestó su coincidencia con los movimientos sociales que se están alzando para tratar de cambiar la situación a nivel mundial. Él pone su granito de arena con sus canciones. Él pone su granito de arena con su actitud. Y mañana lo compartirá con 40.000 personas, algunas de las cuales ya hacen cola a las puertas del estadio. Buscando la fe donde cada uno puede. Yo sé donde buscarla, yo sé donde la he encontrado, y sé donde la reafirmaré mañana. Pero eso mañana, ahora toca perderse por la Alameda de Hércules y paladear el momento, magnificarlo, fliparlo, intoxicarlo, vomitarlo. Aaaaaah.
Excelente artículo y mucha envidia sana! Saludos! 🙂
Maldito seas….. Sabes que te odio a mas no poder, pero como ya te dije si tu ves a Bruce yo veo a Bruce….
Enhorabuena amigo!
salU2
DiegO
Qué grande eres, te lo mereces!!