Bruce Springsteen & The E Street Band (2012) Estadio de La Cartuja. Sevilla

Crónicas

El rock veraz que nos libera del miedo a vivir

Lugar: Estadio de La Cartuja. Sevilla
Fecha: 13 de mayo de 2012
Asistencia: 40.000 personas
Precio: 69,10 euros
Artistas Invitados:
Músicos: Bruce Frederick Joseph Springsteen Zirilli (voz, guitarras y armónica), Garry Tallent (bajista), Max Weimberg (baterista), Roy Bittan (piano y sintetizador), Steve van Zandt (guitarras, mandolina y coros), Nils Lofgren (guitarras y coros), Soozie Tyrell (violín y coros), Charles Giordano (teclados y órgano), Jake Clemons (saxo)…

Setlist: Badlands, We Take Care of Our Own, Wrecking Ball, The Ties that Bind, Death to my Hometown, My City of Ruins, Trapped, Out in the Street, Jack of All Trades, Candy’s Room, She´s the One, Darlington County, Shackled and Drawn, Waitin’ on a Sunny Day, The Promised Land, Apollo Medley, Because The Night, The Rising, Lonesome Day, We Are Alive, Land of Hope and Dreams, Rocky Ground, I’m Going Down, Born to Run, Dancing in the Dark, Bobby Jean, Tenth Avenue Freeze-Out

Tanto brinqué que la mañana de día después comenzó en un ambulatorio de Triana con la doctora de guardia alucinando con mi tobillo hinchado y mega amoratado. “¿Pero cómo es posible que no te dieras cuenta en el momento? ¡Tiene una pinta horrible!”. Agacho un poco la cabeza y le suelto: “pues mira hija, porque me daba igual lo que me doliera en ese momento”. Podría hacerme pasado cualquier cosa pero nada habría podido arrebatarme mi momento de felicidad, el primero realmente genuino de este 2012 podrido de raras noticias.

Porque estoy cansado, desdibujado, desfigurado, desvirtuado, machacado, pero eso ya tiene que acabar. Es absolutamente necesario que cambie. Cada uno busca la fuerza donde buenamente puede y yo la he encontrado en este tipo de New Jersey de 62 añitos de nada. Tres días intensos en Sevilla lejos de los problemas de la rutina diaria, y por puro azar nos encontramos la mañana del lunes encaramados a la verja de un hotel del centro de la ciudad gritando Brruuuuuuce. Con esguince y todo, que durante ese rato ya no dolía, aunque ahora ya sí. Otra vez. El destino lo puso a nuestro alcande de nuevo y volvemos a chocar manos, y mirándole a los ojos le he podido decir durante dos segundo: Thanks, thanks, thanks. Y nos hemos sonreído, sabedores de que volveremos a cruzarnos. Eh, que ya el sábado nos saludamos y hasta comparamos nuestros bíceps!







Porque ahí fuera el mundo parece estar estallando en mil pedazos, convirtiéndose en lugar inhóspito, confuso, incómodo. De mal en peor, nadie es capaz de vislumbrar en el horizonte una tierra fértil de sueños y esperanza. En estas anda media humanidad cuando Bruce Springsteen se planta con su mensaje de lucha y optimismo en Europa, se planta en Sevilla para abrir nueva gira por el continente, y el cielo parece abrirse súbitamente. Tal vez sí haya alguna forma de escapar de aquí si todos creemos que es posible. Tal vez el rock pueda dar alguna respuesta después de todo.

Pasan unos pocos minutos de las nueve de la noche del domingo 13 de mayo y una masa de camisetas de Springsteen descoloridas por el paso del tiempo salta al unísono con el ritmo machacón de un Badlands coreado salvajemente por la parroquia y con el fallecido Clarence Clemons en el recuerdo. Camisetas gastadas, desteñidas y agujereadas, pero guardadas con mimo por sus legítimos propietarios a la espera del momento perfecto. Y el momento llegó y prosiguió con We take care of our own, la épica Wrecking ball y la saltarina The ties than bind.

El público siente una genuina adoración por Springsteen, algo que se aprecia desde el mismo instante en que sale a escena, y que va progresivamente a más durante la actuación. Hay pocos tipos a los que les quede mejor una guitarra en sus manos. Hay pocos tipos a los que les queden mejor los pantalones vaqueros. Que tenga 62 años no es impedimento para esto. Es una figura icónica del rock. Bruce nació para dedicarse exactamente a esto y el destino por una vez, sin que sirva de precedente, fue justo con alguien.

Death to my hometown, My city of ruins y Trapped calman ligeramente al personal, que literalmente se entrega a la mayor de las fiestas con el clásico Out in the street. Tiempo de nuevo para la reflexión momentánea con Jack of all trades, justo antes de una tanda de canciones ganadoras integrada por Candy’s room, She’s the one, Darlington county, Shackled and drawn, Waitin’ on a sunny day y The promised land. Fue en esta última cuando de nuevo se echó realmente en falta al fallecido Clarence Clemons, aunque su sobrino Jake, que ocupa su lugar por derecho por aquello de la sangre familiar, cumple bien.

Pero esto es una fiesta absoluta. Sencillamente no puede ser de otra manera. El maestro de ceremonias no permitiría que una sola de las cerca de 40.000 personas allí reunidas se fuera sin haber sentido, al menos durante un segundo, la esperanza del rocanrol. Todos disfrutan, pero uno se queda con la sensación de que quien mejor se lo pasa es precisamente quien se lleva todas las miradas. Tal vez ese y no otro sea el secreto de la eterna juventud.

Sigue la traca con Apollo medley, Becauste the night, The rising y Lonesome day. Todo coreado hasta la afonía por un público que muere por agarrar el momento y quedárselo para siempre en el corazón. Porque un concierto de Bruce es como cuando eres adolescente y la chica que te gusta te dice que quiere ser tu novia. La vida te sonríe y eres invencible. En estas reflexiones anda el personal cuando suenan We are alive y Land of hope and dreams, poniendo punto final a la primera parte del concierto después de más de dos horas.

Pero claro, hay más, hay todavía mucho más. Esta banda de sexagenarios ha vuelto a Europa para dar todo lo que lleva dentro, siempre magistralmente dirigidos por un Max Weimberg en la batería en plan Beckenbauer y perfectamente ensamblado después de cuatro décadas con el bajo de Garry Tallent. Ambos conforman una base rítmica inapelable e infalible, y sobre su trabajo fluyen todos los demás, mientras Springsteen se lleva todas las miradas y se dedica a pasear de aquí para allá por las largas pasarelas del escenario.

Un escenario espartano como pocos, lejos de grandes despliegues audiovisuales, algo raro tratándose de conciertos de estadio. Sencillamente es que todo está basado en la música, y la E Street Band, ampliada ahora con nuevos coristas y una sección de metales, sigue arrollando y siendo el mejor grupo de rock en grandes espacios, capaz de transmitir la sensación de estar en un club. Siguen sonando contundentes, tienen fuelle, saben dosificarse y se lo pasan tremendamente bien.

Rocky ground abre los bises tímidamente, pero después ya es un momento de máxima intensidad con la sucesión de I’m going down, Born to run, Dancing in the dark, Bobby Jean y el cierre con Tenth Avenue Freeze-out con homenaje expreso de músicos y público a Clemons. Han sido en total tres horas de épica callejera, rock & roll majestuoso, soul liberador, folk politizado de combate para afrontar tiempos oscuros e inciertos.

El rock es para disfrutar y ahí está Bruce, hecho carne para cada sus fieles, arengando, gritando, agitando a un público que en realidad no necesita que le animen demasiado, pues ya estaba desde primera hora de la tarde más que predispuesto. Si la animan en exceso la masa puede terminar tranquilamente arrojándose al Guadalquivir con ciega fe en que eso es exactamente lo correcto.

En el Estadio de La Cartuja hay hombretones talluditos, bien maduros, hechos y derechos, básicamente reencontrándose con ellos mismos, viendo su vida comprimida pasar ante sus ojos enrojecidos, que a duras penas pueden contener las lágrimas de sincera emoción, desesperados por agarrar el momento, desesperados por agarrarse a la vida. Porque para miles de personas aquí reunidas la vida es lo que pasa entre dos conciertos de Bruce Springsteen.

El público aguanta pero más de uno siente que se le enciende la lucecita de la reserva. “¡Arbitro, la hora, pita ya!” Si esto llega a alargarse un poquito más la lista de bajas habría sido aterradora. Y luego a ver quien es el guapo al que le toca ir casa por casa dando la mala noticia: “Parecía que todo estaba controlado, pero el rock pudo con él, señorita”. Por suerte eso no va a suceder y ahora el mundo es un lugar un poquito mejor. Gracias al rock veraz que nos libera del miedo a vivir. Gracias a Bruce.

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12 thoughts on “Bruce Springsteen & The E Street Band (2012) Estadio de La Cartuja. Sevilla

  1. Sin duda, Bruce ha conseguido sacar la mejor versión de Galko y mercadeopop consiguiendo que hasta cenutrios musicales como yo sintamos no haber estado en el concierto…

  2. No hay dolor, así son las secuelas del Boss, tu tobillo es una verdadera cicatriz del rock.

    Qué cronicón has hecho!

    Han sido tres días grandiosos!!

  3. Curioso lo que os voy a contar y os va a dar rabia…soy el tio de la chaqueta clara que está al lado de Bruce en la puerta del hotel y acompañándolo…nadie creería que la noche anterior estaba con una camiseta de él pegando saltos como loco.

    Aunque más loco estaba cuando por trabajo me dijeron que tenía que estar ahí…quién me diría que alguien, al que sigo desde los 14 años, lo iba a poder acompañar durante unas horas!!!

    Posiblemente los mejores días de mi vida.

  4. El jueves será la primera oportunidad que me da la vida de disfrutar de un concierto de Springsteen, y sólo con leer esta crónica ya llevo los pelos de punta y la emoción al límite

  5. impresionante tu cronica tio!!!!!!! yo no puedo ir por circunstancias pero de verdad que este hombre se entrega de una manera en el escenario como pocos y os lo dice un fan del gran Freddie Mercury. saludos y LONG LIVE ROCK AND ROLL!!!!!

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