rock de estadio

¿Estamos preparados para el rock de estadio?

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Los Foo Fighters no agotan ni de coña ahora mismo el Wanda Metropolitano de Madrid para 2022, cuando en 2020 vendieron 20.000 para Valencia en un plis plas. Tras tras por detrás. Y Madrid siempre ha vendido muchos más tickets que ninguna otra ciudad. ¿Estamos preparados para el rock de estadio?

En esta casa sí lo estamos. No en vano, llevamos desde mayo de 2020 en los conciertos. Para los Foo hemos pillado tres pistas como tres soles y hemos, a su vez, hipotecado nuestras almas. Porque si quieres meter en vena el rock de estadio a los niños luego lo tienes que pagar. Es una jugada maestra, perversa e incluso siniestra. Pero como somos tolais, jugamos.

Hoy es el primer día sin mascarillas y todos las llevamos. Entonces, ¿cómo vamos a meternos donde sea 50.000 people? Hace falta tiempo y no pregunto si estamos preparados hoy 26 de junio. Pero es que me parece que no lo vamos a estar en septiembre. La libertad que te ofrece el miedo es directamente proporcional a la consciencia de la mortalidad.

Es que no podemos dejar de ir. En plural. Hablo yo y yo personalmente voy a muchos conciertos solo. Lo que echo de menos es a todos los demás. Esa parte social es la que tiene el rock de estadio porque definitivamente cabemos todos. Puedes ir solo al Botánico a ver a Love of Lesbian y mola. No puedes ir solo a ver a Foo Fighters. Lo explica mi gente muy rapitido.

«Más que nunca, se nos olvida lo que tenemos hasta que lo perdemos. Los conciertos íntimos y acústicos han cumplido su parte durante la pandemia. Pero ahora toca irse al extremo contrario: a la energía de la masa congregada y expectante, al brindis al aire con cerveza y a los vatios de potencia desatados. Volvamos a cantar voz en grito. A U2, a Springsteen y a The Killers, a Guns N’ Roses y a The Strokes. Volvamos», lanza al aire Javier Herrero, cronista musical de la agencia EFE (que anda de piraguas este sábado).

Ricardo Rubio es fotógrafo de Europa Press (bah), de aquí de allá y de Mercadeo Pop. Un filólogo al sol. Y lo tiene mazo claro: «Estamos preparados para gritar un gol o un riff de guitarra en medio de las gradas. Dispuestos a darlo todo por nuestra tema, ese que nos recorre el cuerpo al ritmo de unos tragos de mini, ese que nos advierte que la vida no ha sido lo mismo sin esos chupitos de rock. Nos hemos tenido que tapar la boca durante muchos meses. Ahora queremos destapar esas melodias que inundan nuestras cabezas en nuestros lugares de culto, en nuestros estadios. A golpe de acordes de rock and roll».

«LAS ENTRADAS CUESTAN MÁS QUE LA DROGA»

Alfredo Rodríguez es el jagermeister de Musicazul y dice que sí. Y mola porque siempre pega collejas que, eh, aunque no lo parezca a priori, resuenan y lo sabe quien se la lleva: «Siempre estamos preparados para el rock de estadio porque el rock es el mejor género musical y verlo en un estadio siempre apetece. Es una mierda porque las entradas cuestan más que la droga y la cerveza más aún que la entrada. Pero te juntas con amigos que no ves en otros lugares y cantas como si no hubiese mañana».

La clave de lo que pasa, que no os engañen, os la da Rafa Mozún de Musicópolis. Reluce de lo claro: «Frente a la incertidumbre de llenar aforo tan grandes los promotores han aumentado sus márgenes. Y por otro lado la gente, como es normal tiene bastante más incertidumbre a la hora de gastarse 100 euros. Así que en lugar de comprar todas las entradas al principio como hasta ahora supongo que las espaciarán y conprarán según se acerque la fecha».

¿Puede ser que no controláramos nuestros esfínteres al comprar entradas? Me parece evidente. Había que poner freno a eso. Como me dijo una mente pensante a la que tengo siempre en mi consejo de administración: en los conciertos no había lucha de clases, pero la están metiendo ahí por la cara. Ya no somos iguales en un concierto de rocanrol. Y ese era el lugar en el que serlo. Se mercantilizó todo tanto que un aparejador igual no se puede abrazar ni con un futbolista ni con un yonki de tu puto barrio. Que igual eres tú. O yo. Rocanrol.

Pero Rafa de Musicópolis, prosaico, siempre analítico de pelotas, prosigue, dando la razón a Alfredo: «Estos conciertos siempre llenan porque es gente que solo va a conciertos de aforos enormes. Porque solo va a ver a los dos o tres de estadio tipo Muse, Killers o cosas de esas». Están un poco quemados y que si esto que si aquello, como veis. Pero convenimos: «Todo este tiempo ha sido mala noticia para las especuladores que hace mucho dinero con la reventa de entradas. Como Live Nation».

Miguelito Rivera de Rock Total considera sus cosas. Él es un sentimental: «Sentimientos encontrados. Es lo primero que se me pasa por la cabeza al pensar en música de estadios. Tras un año largo de distancia y mascarillas, que a día de hoy siguen siendo complemento esencial (y existencial), veo desde esa misma distancia de la que hablo, la necesidad no implícita de asistir a un concierto de rock de multitudes, por ahora».

Y va a seguir un poco más: «Poco a poco se recuperará la normalidad. Una en la que al menos no tengamos que ver un concierto como si fuéramos al cine. Recuperando lo que siempre ha conllevado un directo, el aspecto social, en el que nos podamos mover nuevamente en la realidad e intensidad de los conciertos de grandes multitudes. ¿Rock de estadio? Sí, claro, pero a su tiempo».

«Pues todos los valores sociales y morales que hemos visto en esta salida de la pandemia apuntan a que sí”, dice sin mucho optimismo Rubén González, viejo camarada de pluma y arma que está a punto de publicar su primer libro (eso lleva diciendo eones): “Quizás no tan rápido como antes, lo que evitará esas entradas agotadas a años vista, que ya es en sí positivo a corto plazo porque frenará algo la especulación. Me preocupa más un tema que quedó pendiente de antes, y es el fracaso de la música en directo en valores absolutos».

Siempre sigue Rubén. Siempre: «Cada vez hay menos conciertos, en salas, en fiestas, en la calle… y esa es la base para una cultura sana, diferenciada y que se construye de abajo hacia arriba. Las administraciones fallaron en lo peor de la Covid al defender a sus creadoras, esperemos que no miren a otro lado y afronten la mejora necesaria de las condiciones laborales del sector”

No sé, mi gente. Nunca se está preparado para nada, en realidad. Para lo bueno, un poco más. Para lo malo, jamás. Yo sé que nos vamos a desnudar juntos y a pillar mazo de ETS porque sí. Porque eso mola un porrón. Lo que pasa en un festi se queda en un festi. Menos la gonorrea, hijo, esa mierda se viene contigo.

Pero sabéis qué. Todo esto es para colaros Vicente Caballero de la Torre, autor de La psicología en 100 preguntas. Él lo resume todo, como siempre: «Actitudinalmente estamos preparados. Es decir, hay buena disposición para volver al contacto de masas. Pero no somos lo bastante maduros socialmente, casi con toda seguridad, para poder combinar ingesta de alcohol, euforia musical y autocontrol en el respeto a las normas».

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