Aperitivo bravío con Brava en el barrio. Energía, actitud y toneladas de rock cañí en tu puta cara con Rosendo y Platero en el corazón. No vengáis a Carabanchel nunca, por favor, no nos jodáis la magia. Por más que os mientan en la prensa, esto no es Brooklyn. Es, obviamente, mucho mejor. Pero esto tampoco se lo digáis a todos los mamarrachos con bigote que montan en bici y que han hecho de la costra más costra que es por ejemplo San Isidro su identidad indie. Meteros la parpusa por el culo. Estáis matando el rock.
Los pogos. Hablemos de los pogos. Ahora hay que hacer pogos en un porrón de conciertos que no dan ni para un mal porro. No voy a enumerar los grupos, los sabéis. Todas esas bandas indies del pijerío insoportable que van por la vida flipando como si hicieran música con pelotas. Pues no. No las tienen. La música con pelotas es el rock, no el indie, y no surge del centro de Madrid, surge de la ira de clase que late en Carabanchel. Y desde el estómago nace el rock veraz. Por eso es rock.
13:00. Parque Salvador Allende. Esto es Carabanchel en estado puro. Minis a 6 pavos. Se acerca mucho a la felicidad. Los niños (los míos, concretamente) jugando a la pelota al fondo porque pasan del concierto. Pues que hagan lo que les salga de los balones. Yo estoy como veinte metros por delante, delante del escenario a su vez, y escucho la pelota trotar. Mi sentido arácnido me permite mirar por el retrovisor que no tengo a mis hijos pasándose la bola mientras Nerea se quiebra en el escenario. Por eso es rock. Insisto.
Leía el otro día a un chaval que se quejaba de la crítica musical. Claro, y yo. Yo, de hecho, me quejo de los lectores, que son gilipollas todos. Para tener una crítica musical buena, hay que tener lectores acordes, que sepan diferenciar ciertas cosas de otras. Voy a insistir: el rock de Brava es veraz. Pero anda que el de Dura Calá. Madre mía. Semejante contundencia. Es que son dos bandas de rock que tocan con fiereza, detalle y a su manera violencia. Porque tocar bien es violento en este mundo en el que encumbramos bandas que no saben ni hacer dos acordes.
Esto, queridos niños, es un grupo de rock. Sin pamplinas. Se llaman Dura Calá y te van a clavar en el sitio, porque con ellos tonterías las justas. Macarras a todo volumen, pues claro que sí. El rock como condición es duro. Y duele, mucho. No es para todo el mundo pic.twitter.com/QGmXxImYoZ
— Mercadeo Pop (@mercadeopop) April 26, 2025
Hay en bandas como Brava y Dura Calá, que son barrio (no de barrio), una ira de clase. Un tambor que necesita el rock. Un pum pum pum. Y pum. Les contemplo tocar y pienso, cavilo, divago. Me pongo la manita en la barbilla. Y no concluyo. No concluyo porque concluir en el rock sería acabar con la vida misma, que aquí brota libre. Qué cantidad de anomalías comerciales, todas juntas, qué alegría. No estamos solos.
Nerea reclama aplausos para Rosendo, reivindica a Platero y tú (menudo jodido coñazo es Fito, es una afrenta ya personal). Los Dura Calá, madre mía, un puto trueno, entre los Derby Motoreta Burrito’s Kachimba y Slash. Son todos muy buenos en la esencia misma de que ser buen es sentir el rock y sobrevives para sacarlo fuera a todo volumen. Eso es el rock. Así es como yo lo veo desde Carabanchel. La atalaya desde la que contemplamos la ciudad de vuestro carapolla arder.