Unas líneas sobre el nuevo disco de Repion, '201', disponible desde este viernes en todas las plataformas mundiales de música en streaming

Repion: furia melódica hacia el sol de mi vida

Críticas Discos

No suele pasar apenas ya, pero me pasó el viernes por la tarde con Repion. En la M30, en mi trayecto habitual cada dos viernes a recoger a Clara y Nico de Carabanchel al Barrio del Pilar a casa de su mamá, Ana. Cosas de papá separado o lo que coño yo sea. Sonaba ‘X’, recuerdo ahora y recordaré siempre porque, insisto, no suele pasar. Pero, quien sabe por qué movida loca, los pelillos del brazo agarrados al volante se erizaron y la piel cacareó como si se acabara de alzar el rey sol.

Quizás así fuera, de manera que, decidido a aprovechar el momento, me coloqué bien las gafas de sol, puse la velocidad de crucero a 90 (porque somos conductores de ley) y disfruté del mero hecho de deslizarme sobre el asfalto escuchando una canción de puta madre. Rumbo hacia el sol de mi vida: Nicolás y Clara Gallardo (de la infinita tristeza de la vuelta a la que cantaba Billy Corgan no viene al caso ahora hablar, pero está). Un rock melódico, casi punk de manual, que cabalga con rabia escapando del ruido de tambores de la tormenta que fue, como todas, la maldita semana.

El nuevo disco de Repion

Una interpretación vocal ciertamente convincente, furiosa sin llegar al grito, un ritmo trotón de los que te menean quieras o no por dentro. Firmeza, determinación, la caricia del latigazo. Todo eso me parecieron Repion solo en una canción. Las hermanas Iñesta, María y Teresa, pequeñas grandes musas del rock alternativo que nacieron quizás un poquito más tarde de lo que les convenía, cuando el grunge ya era de carcas con problemas algo más terrenales que ordenar sus discos favoritos de menos mejor a mejor.

Pero justo por eso me han entrado este finde unas ganas locas de escuchar a Dover. Y luego a Amaral. Las ganas de escuchar canciones son aleatorias, como las de comer, cagar, follar o conducir llorando, pero a veces todo tiene un sentido clarísimo. Y en ese caudal imparable del río que irremediablemente acaba en el mar me lleva Repion hacia todas esas otras bandas. Así que, desde ‘X’, para prolongar ese estado de alegre tristeza, de inusitada paz contra el mundo, le di entero al play a todo su nuevo disco, ‘201’.

Un temazo bien merece un secuestro

Y, joder, qué guay el camino de vuelta. Como de costumbre, ellos pasan, me piden que baje el volumen. Es una pena, porque ya lo llevo bajo de por sí, atrono mucho más a la ida. Pero qué bien suena ‘Otro día será’. Es ese punto de rock alternativo que los que nacimos muy a finales de los setenta nos metimos en vena en los noventa. Ese rollito. Con letras de amor-desamor como ‘El sueño dura una semana’ o ‘Tus fotos’. La vida de cualquiera en tres minutos, el viejo puñetazo en el estómago de siempre.

Es ‘201’ un disco para escuchar conduciendo porque las historias de las letras siempre están en movimiento, saludando al portero o mirando al suelo. ‘Uñas de amarillo’, por ejemplo, con esas sencillas quintas en la guitarra que dejan paso a la luz al pulsar los acordes abiertos del estribillo. Es viernes por la tarde, se hace de noche ante mis ojos pero me ciega la luz que entra por mis oídos.

Y, como no puedo salir de ‘X’, replay para que estos dos que llevo detrás se metan conmigo por brasas porque, ya aparcados de vuelta, en la puerta de casa, les cierro los seguros de las puertas, les secuestro para crear mi momento: «Bruno espera arriba con Palo, pero son las Repion, niños, y un temazo se respeta, nunca se corta de golpe. ¿Qué somos, animales?»

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