Judas Priest + Motörhead + Saxon (2011) La Cubierta. Leganés

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Lugar: La Cubierta. Leganés (Madrid)
Fecha: 30 julio 2011
Asistencia: 10.000 personas
Artistas Invitados: Judas Priest, Motorhead y Saxon
Precio: 60,20 euros


Setlist Judas Priest:
Rapid Fire, Metal Gods, Heading Out to the Highway, Judas Rising, Starbreaker, Victim of Changes, Never Satisfied, Diamonds and Rust, Dawn of Creation / Prophecy, Night Crawler, Turbo Lover, Beyond the Realms of Death, The Sentinel, Blood Red Skies, The Green Manalishi, Breaking the Law, Painkiller, The Hellion, The Hellion, Electric Eye, Hell Bent for Leather, You’ve Got Another Thing Coming, Living After Midnight

Setlist Motörhead:
Iron Fist, Stay Clean, Get Back in Line, Metropolis, Over the Top, One Night Stand, The Chase is Better, I Know How to Die, In the Name of Tragedy, Going to Brazil, Solo de batería, Killed by Death, Ace of Spades, Overkill.

Por donde pasa la gira Epitaph no vuelve a salir el sol. Por donde pasa la gira Epitaph no vuelve a crecer la hierba. Por donde pasa la gira Epitaph no queda una maldita virgen incorrupta. Y atención, pregunta: si tienes que cruzarte en un infecto y oscuro callejón del Raval con Rob Halford, Lemmy Kilmister o Peter ‘Biff’ Byford, ¿a quién elegirías? ¿Quién te haría menos pupita? Tres de los tipos más peligrosos del heavy metal reunidos en una plaza de toros a las afueras de Madrid ante 10.000 fanáticos. ¿Es o no es como para ir con chaleco antibalas debajo de la camiseta negra de rigor?

Ya desde la lejanía podía verse la columna de humo ascendiendo hacia el cielo. Ya desde Carabanchel podían oírse los gritos de pánico de las madres tratando de salvar el honor de sus criaturas, mientras los padres dudaban si hacer lo que se esperaba de ellos o unirse a la devastación de la especie humana. En lugar de alejarnos, por supuesto, vamos hacia el epicentro perfectamente uniformados para dejar claro cual es nuestro bando, con la intención de comprobar y sentir cómo de cerca está en esta ocasión Leganés de ser engullida por el infierno. Pasada la medianoche cabría la posibilidad de que a La Cubierta se la tragara la tierra con todos sus insoportables bares dentro. Oh, eso sí sería de justicia.

Y es que la que este 30 de julio de 2011 se ha montado en este lugar es de las que hacen historia, con Saxon, Motörhead y Judas Priest compartiendo escenario uno tras otro. De nuevo akelarre jevata en el sur de Madrid apenas quince días después de que Iron Maiden y otra decena de bandas arrasaran el cercano Cerro de los Ángeles. Esta pequeña extensión de tierra no era tan heavy ni en los tiempos en que Enrique Tierno Galván se colocaba desde el salón de plenos de la capital y Barón Rojo tocaban en festivales europeos. Se comenta que la movida comenzó cuando uno de los asistentes pronunció esta temeraria frase: «Yo una caña sí me tomaba». Después de ahí delirio y descontrol.

Delirio y descontrol de puntualidad inglesa. Curioso y sorprendente comprobar cómo el público estaba ya abarrotando el recinto desde antes del inicio de la primera actuación, la de Saxon. No hay en esta ocasión tiempo para seguir en los bares calentando motores, hoy el personal ha venido a ver los tres conciertos y está predispuestísimo para darlo todo desde que el balón comience a rodar. La parroquia heavy es la más fiel de todas y este sábado de nuevo lo ha vuelto a demostrar, pues no cabía ni un alfiler en La Cubierta. Complicado hacerse con una entrada de última hora. Ambientazo contagioso, calor, mucho calor, sudor, cuernos, guitarras, meneos de cabeza, domingo de tortícolis y recuento de moratones. Domingo de silla de ruedas.

Y salen los Saxon y el delirio de las calles de Leganés se ha trasladado a la plaza de toros. El sonido, una de las principales preocupaciones de este lugar, comienza decente y poco a poco mejora. Es aceptable, menos mal. Al menos en la arena. Que la cubierta esté parcialmente abierta ayuda a evitar los rebotes. Desde el escenario la banda desgrana un repertorio ganador con momentazos como ‘Wheels of Steel’, ‘Heavy Metal Thunder’, ‘Crusader’, ‘Strong Arm of the Law’, ‘Motorcycle Man’, ‘Denim and Leather’ y ‘Princess of the Night’. Para abrir la tarde, la cosa no ha salido en absoluto nada mal.

Sin solución de continuidad la plaza se viene abajo cuando Lemmy aparece sobre las tablas con su icónica imagen, cienes de veces imitada aunque nunca igualada. Es el jefe de todo esto y tralla al respetable sin piedad al frente de esa apisionadora que es Motörhead. El sonido se hace un poco bola, pero tras darle unas cuantas vueltas al final se traga. Pero es que ser el técnico de esta banda tiene que ser un papelón complicado. Mezclar todo esto a esos niveles tan brutales no es un trabajo precisamente sencillo.

Cumplieron perfectamente el guión esperado y repitieron el repertorio que vienen defendiendo últimamente, dejando para el final esas leyendas sónicas que son ‘Ace of Spades’ y ‘Overkill’. Ambos dos son de esos momentos que cualquier persona humana tendría que vivir al menos una vez en su vida. Son momentos de revelación espiritual en los que todo el absurdo cobra sentido. Minutos en los que comprendes para qué estás en el mundo. La grada alza los brazos extasiada y en la arena los apretones y los empujones se disparan exponencialmente. Ah, felicidad cavernícola. Esto sí, chicos, esto sí. Nos comentan que fuera del recinto decenas de personas sin entrada también lo están dando todo. Bravo. [FOTOS DE JUAN JOSÉ DÍEZ, www.maxmetal.net]







Para entonces ya están más que amortizados las diez mil pelas de la entrada. La noche podría acabar aquí y ya habría sido todo un planazo. Pero resulta que aún quedan más de dos horas del mejor metal. Porque Judas Priest son, junto a Iron Maiden y Scorpions, los reyes, los dioses de todo esto ochentero que tan grande fue y que aún se mantiene gracias a un público que no sabría vivir de otra manera. Y sale Rob Halford con sus pintas y dices guau, ahí le tienes. Acojona. Icono tras icono esta noche, demasiado fuerte para muchos.

Suenan ‘Rapid Fire’, ‘Metal Gods’, ‘Heading out to the Highway’. Suenan muy bien, potentes, duros. ¡Esto es heavy metaaaaaaal! No está KK Downing pero resulta que Richie Faulkner es un sustituto más que solvente y que nos recuerda, seguramente estúpidamente, a Randy Rhoads. Desgranan los temas y viajamos años atrás, a los tiempos del Studio Rock, los bajos de Argüelles, el Canci, el Disco Cross. Los 10.000 asistentes lo cantan absolutamente todo. Se les nota que también están haciendo sus propios viajes astrales, se están reencontrando con su última esencia.

Por fin suena ‘Turbo Lover’, que será una pastelada y todo lo que queráis, pero para mi el concierto se acaba ahí, en mi preferida. Todo el fin de semana cantándola. Y sí, vale será gay y tal, pero es un himno metalero de estadio perfecto. Halford hace cantar mucho al público, se dosifica, pero cuando quiere lo peta a tope. Además, tiene una presencia a prueba de bombas. El espectáculo fluye con suavidad -la parte central quizás perdió algo de intensidad- gracias a unas canciones que lo soportan todo, de manera que los músicos ni si quiera tienen que esforzarse. El paso de los años no perdona, pero Judas Priest siguen ofreciendo mucho más que casi todos los demás.

Y es que tienen ‘The Green Manalishi’, ‘Breaking the Law’ (vendémelo cantado a coro) y esa bestialidad que es ‘Painkiller’ y que provoca miles de caras de satisfacción. Casi éxtasis. Mucho niño entre el público alucinando en colores. La grada puesta en pie. Muchas guitarras imaginarias llegaron a sonar milagrosamente. ¿Es eso posible? Sí, lo es y punto. Los bises son incontestables con ‘Electric Eye’, ‘Hell Bent for Leather’, ‘You’ve Got Another Thing Coming’, y se cierran con la fiesta definitiva del ‘Living After Midnight’. Canción con miles de historias detrás, todas ellas siempre noctámbulas y cervezeras.

El público se retira no feliz, sino lo siguiente. Han sido más de cuatro horas de excelencia metalera. La última gran gira de Judas Priest (sólo darán conciertos puntuales, aseguran) es una lección magistral de cómo se hacen las cosas. Una lección de oficio aprendido a lo largo de décadas. Las tres bandas están lejos de sus mejores momentos, pero es que sería estúpido pedírselo a músicos que rondan la sesentena. Sin salirse del guión en ningún caso, todo ha sido así porque así ha sido siempre y así tiene que seguir siendo. Una noche de menos a más pero que ya empezó muy arriba gracias a Saxon, y que se disparó con la furia de Motörhead. Nos vamos por ahí y en la rotonda de Butarque nos adelanta una moto escupiendo fuego y con Rob Halford enseñando el dedito al resto de conductores. Nadie le discute, todos achantamos. Tu eres el metal, chato.









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5 thoughts on “Judas Priest + Motörhead + Saxon (2011) La Cubierta. Leganés

  1. La música bien, la organización una puta mierda. A ver, 37º a la entrada, 10000 jebis (bueno 9999, yo soy solo rockero pero me apunté a esto también)… y ¡¡¡5!!! mochilamans para llevarles cerveza. Se pegaban más tiempo yendo y viniendo a rellenar el chisme que sirviendo cerveza, las barras petadas, yo me perdí medio Motorhead intentando conseguir priva porque estaba más muerto que vivo. Y aunque hubieran numerado las localidades no hubiera pasado nada.

  2. Conciertazo, se sudaba descontrol y alegría a tope, menudo sábado!!

    Lo has contado tal como ha sido, lo vivido, nadie lo puede hacer mejor.

    Todo ha sido apoteósico

  3. Buena cronica aunque no comparto contigo la parte de MOTORHEAD que a mi (esto es una cosa personal, claro) me decepcionaron. SAXON me dejaron estupefacto. Parecía que estuvieran promocionando "Wheels of steel" o algn disco de hace treinta años. ¡Que entrega y que energía!

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