Nunca sabes cual va ser la última vez. Una noche estás tan tranquilo leyendo en la cama y la siguiente mañana te están poniendo cuatro clavos sobre mármol. En rebelión por la muerte de Juan Gallardo, a los 93, mi padre, me he puesto a los Ñu. No sabe nunca uno por donde va a salir semejante cosa. No hay ningún loco, solo es leyenda, todo lo cuentan en la taberna. Más duro que nunca tú me has hecho sentir.
No, U2 no estará para siempre. Tú tampoco. Tú te irás antes. Y te dejaste en el camino tropecientos libros, pelis y discos sin gozar. Te dejaste, principalmente, un millón de llamadas perdidas sin responder y otras tantas sin hacer. Esas son las importantes. Y antes de entrar en materia una pregunta absolutamante aleatoria: ¿Dónde van las camisetas de grupos que nos tiran las madres? Ya sé la respuesta: al nicho de los Gallar en el Cementerio Sur.
Al lío. Aquel día, la pereza que te dio, eh, volver a ver a aquella banda que marcó tu vida. Luego se acabó y una parte de ti se terminó con ella en ese momento. Todas las últimas veces que vimos a nuestra banda y no lo supimos. Para mí, fue Roxette. El primer vinilo propio, el ‘Joyride’ en 1991. Guau. Y luego les vimos dos veces en casa, casi literal, en Carabanchel, en el Palacio Vistalegre. La segunda ya con Marie en un taburete, tan frágil. Intento traer de vuelta lo bien que lo pasamos aquellas dos veladas repletas de admiración pop pero es imposible.
Todas las últimas veces que vimos a nuestra banda y no lo supimos
Todas las últimas veces que vimos a nuestra banda y no lo supimos. Se evapora lo que más queremos. Se hace cenizas, de hecho. Y pesan bastante. Le pusimos a Juan una de Rafael Farina ayer en la mañana sosteniendo su urna. A mí me ponéis a Bruce, por favor. Otra noche en Vistalegre vimos a Cranberries. Y ya no hay más Dolores O’Riordan tampoco. Igual tiene algo ese lugar, sin querer yo gafarlo de por vida y, sobre todo, muerte. Pero me pilla tan a mano, Los Gallardo somos de Carabanchel hasta la guerra final. A Bruno le vuelve loco Queen, yo qué sé.
Me dice Requeijo que tengo mucha capacidad para emocionar y es verdad. Ya lo sé. Porque nos vamos a morir igual. Nos van a reducir a cenizas igual. Y qué lástima sería, acaso no, dejarnos dentro algo de lo que sin duda nos hace latir hasta que el corazón se para. Y se para. En un instante. Lo he visto, os lo aseguro. Pasa sin más, como sin importancia. Suena, por supuesto, ‘Sometimes you can’t make it on your own’. La voy a quitar, por demasiado precisa. Concisa. Todo queda tan lejos hasta que te aplasta. Debe haber una milésima de segundo en la que todo se acelera de la hostia para que duela menos. Y haga eco.
Porque hay eco en todo lo aquí escrito. Desde allá, a lo lejos, os mando este mensaje para todo el universo. Suena Second. No se han muerto, pero se fueron. Ese eufemismo cobarde. Bueno, vale. Pueden volver. A nosotros es que Second en casa nos dan tanta convivencia, Ponen orden a nuestros sentimientos encontrados. Yo personalmente hoy he puesto las cenizas de mi padre en el nicho y en mi cabeza sonaba ‘Rincón exquisito’. Te escribo desde donde me sentaba yo. Que es aquí, con Clara, Nico y Bruno. Aquí estamos. Juan.
Nuestro cantante favorito, JUAN, que no veas las que liaba por el balcón cantando los sábados después del aperitivo largo a que le escuchara todo el barrio. Coplero el tipo. Eterno. ¿Qué estará haciendo Sean Frutos en este momento? Me hace mucha risa la pregunta en sí misma. Dicen que vienen los Rolling Stones a Barcelona y Sevilla. Esos se iban a morir hace ya tanto que nadie se acuerda. Debe ser divertido ser el que sobrevive a todos, sinceramente lo digo. ¿No? Los que se mueren son los otros, yo no. Eso mola mazo, que diría Camilo Sesto: mira mi muerte también decía siempre nuestro Jesucristo Superstar (y tuve la suerte de ver al original, acojonante, Ted Neeely).
En esta casa impresionó mucho la muerte de Chris Cornell y, sobre todo, la de Chester Bennington. Tenemos un perrete, Chester, que se llama así por él. Pero es que le vimos dos semanas antes en el Mad Cool. Me impresionó mucho. Porque puedes estar leyendo un libro en la cama una noche, que es la cosa más plácida que se me ocurre y por eso insisto, y a la mañana siguiente bah. Bah. Bah porque te barren. Échale para allá. Con lo fríos y rígidos que se ponen los cuerpos. Para que os hagáis una idea, lo que hizo David Bowie con Lazarus es exactamente como ocurre. Pero también os diré: da mucho más miedo el video que la vida real, básicamente porque no hay elección. Y el tiempo justo de asimilación.
Todas las bandas que se separaron. Pienso, concluyendo, que no sé si voy a volver a ver por primera vez a Bruce Springsteen. No lo puedo saber. Nadie tiene ni putísima idea de nada, joder, por lo menos que se callen alguna vez. Pero ni eso. Dicho lo cual. Te acuerdas, Palo, de aquel viernes de junio en el Metropolitano. Te acuerdas. Sonaba ‘No Surrender’ y fue la mayor prueba de vida que he visto jamás. Este es el vídeo que quiero que os recuerde para siempre que estáis vivos. Yo me estoy comiendo un bpcadillo de Nocilla que me hizo Juan hace tanto porque el amor es ciego y exactamente eso, un puto bocata. Ya no tengo papá.