Concierto de Shinova en el Movistar Arena de Madrid

Shinova en el Movistar Arena de Madrid: La vida es sueño y los sueños conciertos son

Crónicas

La mañana después de un concierto siempre retumba. Cuesta abrir los ojillos, no sea que se escape a través de ellos lo visto y vivido. Como si hubiera sido un sueño que queremos atrapar, reconstruir y almacenar. La gran noche de Shinova en el Movistar Arena de Madrid reverbera, no se va, se queda. Nota mental: «guardar como». Con lo que cuesta, que no se nos olvide, madre mía, parece mentira, pero aconteció tal cual. La primera vez, un sueño hecho realidad.

Vivimos todo el tiempo en el futuro, pero el presente, tan obstinado, siempre nos encuentra. Y esta cita, fin de gira para el disco titulado así, ‘El presente’, la estábamos esperando desde que llenaron tres Rivieras hace trece meses. Casi cuatrocientos días con sus cuatrocientas noches en las que con total seguridad Gabriel, Daniel, Erlantz y Froufe han imaginado, han visualizado, pero sobre todo han soñado con este momento.

Shinova, Movistar Arena, Madrid, 27 de diciembre de 2025

¿Qué pasará cuando el futuro nos alcance y el 27 de diciembre de 2025 sea durante unas horas presente para convertirse acto seguido en pasado? Bueno, pues aquí hay unas 13.000 personas que se preguntan exactamente lo mismo y buscan las respuestas en Shinova. El futuro se fantasea, el pasado se idealiza y el presente se exprime a vida o muerte como si no hubiera un mañana repleto de recuerdos desordenados de ayer.

Las fotos son de Javier Bragado.

Escribir una crónica es una manera de hacer exactamente eso. Dejar por escrito lo que uno va a recordar, describir un momento que ya fue y que busca su propio acomodo en la memoria. También para eso publicamos cositas en las redes sociales: para pasar de la memoria personal a la colectiva. Para construirnos como grupo de desconocidos que por una noche cantan juntos. Mucho de eso hubo en el concierto más importante de Shinova.

Comentarios de los asistentes

En los vídeos que están en el Instagram de Mercadeo Pop hay comentarios de gente diversa que asistió el Movistar Arena. No nos conocemos personalmente, pero compartimos espacio, tiempo y evocaciones varias. «Primera canción y ya estábamos totalmente entregados». «Fue espectacular». «Ahí estuvimos, buen bolo se marcaron». «Impresionante». «Paralizando la ciudad». «Brutal, un placer haberte visto» (este sí es amiguito). Pues ya estaría.

Mensajes escritos en las horas posteriores y que condensan la sensación de los allí congregados el último sábado del año, con la ciudad carburando a todo trapo, las chimeneas echando humo, los coches atascados, mucha gente moviéndose a todos lados. Dentro del Movistar Arena, aparece en la pantalla una cuenta atrás que pone firme al personal. Diez minutos de gozosa espera que llegan a su fin cuando en realidad todo empieza con ‘Lobos’ y ‘Gloria’.

Los nervios de la primera vez

El gentío está, efectivamente, entregado. Alza las pulseras de luces de colores a lo Coldplay y todo fluye. El sonido de Shinova en directo es potente, más rockero, y esta noche pareciera que más todavía en un escenario ambicioso a la altura de la ocasión. Quizás sea cosa mía, pero casi pueden palparse los nervios de las primeras veces en el arranque, esos que no dejan de ser como un avión cogiendo velocidad en el despegue con toda la pista por delante hasta que emprende el vuelo. Como para que no le tiemblen a uno las canillas… ¡estamos hablando de volar!

A partir de ahí, to recto palante. ‘El álbum’. ‘Niña kamikaze’. ‘Para cambiar el mundo’. La chaqueta de Gabriel es digna de Sailor Ripley, el Nicolas Cage de ‘Corazón salvaje‘ que hace, como nuestro cantante de esta noche, unas enérgicas poses de Elvis Presley estupendas. Todo fluye, el sonido es estupendo, el público canta y canta y canta, la banda se relaja razonablemente. El escenario es más grande, pero solo hay que hacer lo de siempre: encadenar canciones coreadas como ‘Alas’, ‘Mirlo blanco’, ‘Berlín’, ‘Cartas de navegación’. No falta ni un recuerdo a Robe y Extremoduro, en esta ocasión con ‘So payaso’.

Bien rodeados

Se rodea Shinova para la ocasión de un buen puñado de amigos. Gisme, de Ultraligera, en ‘No cambiaría nada’; el productor Manuel Colmenero al ukelele en ‘Ídolos’. Rozalén dijo hace unos días que se retiraba un tiempo, pero su omnipresencia es tal que reaparece a la llamada de la selva de la banda donostiarra para acompañarles en ‘Volver’ (por supuesto, con su inseparable Beatriz Romero traduciendo a lenguaje de signos). Nina de Morgan aporta su portento vocal a ‘Los días que vendrán’, que tiene como coda un guiño a ‘Sargento de hierro’.

También aparecen Tanxugueiras para aportar su ritmo a ‘Movimiento’ y Shuarma, vocalista de Elefantes, para añadir elegancia a ‘Qué casualidad’. Ratito de recogimiento para interpretar ‘Si no es contigo’ en acústico en la pasarela que se introduce entre los asistentes. La traca final está diseñada para sublimar todo lo anterior tal que así: ‘Antes de que todo acabe’, ‘La sonrisa intacta’ y ‘Te debo una canción’.

Dos horas que pasaron voladas y un gran mensaje en la pantalla gigante: «Gracias por ser parte de mí». Una idea que refuerza el sentido de pertenencia y que nos recuerda el poder de las canciones para hacernos viajar a momentos y lugares muy concretos. Canciones que incluso nos persiguen mientras nos atrevemos a soñar (que es la manera más salvaje de hacerlo). Porque la vida es sueño y los sueños conciertos son. ¿Quién no querría volver?

Las fotos son de Javier Bragado.

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