mad cool 2019

Recuerdos del Mad Cool

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De repente Queens of the Stone Age caen sobre uno y, en pleno aplastamiento, recuerda aquel concierto del Mad Cool 2018. Muy probablemente el mejor festival que nos hemos metido entre pecho y espalda en Madrid.

Aquella tarde, Josh Homme veía atardecer ante las palmeras de mentira del descampado de Valdebebas y le pareció bonito. Lo dijo. Por un instante, de alguna manera, fuimos Coachella. Y no es ese en absoluto el único logro fugaz del festival madrileño.

Controvertido. Muy controvertido. Con una maltrecha imagen de marca, inversamente proporcional a su imponente poder económico y de convocatoria. Siempre en el punto de mira por ser siempre grande y no conformarse hasta ser enorme en un período de cuatro años.

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Y que si es pose, que si influencers, que si aquello fue un campo de batalla. Qué terrible lo de Pedro Aunión (nos fuimos literalmente del recinto aquella noche). Todo eso forma parte de la historia del festival tochísimo que Madrid merecía y que parece ingobernable.

Pero andaba yo sencillamente pensando en la cantidad de conciertos formidables que hemos disfrutado dentro de Mad Cool en 2016, 2017, 2018 y 2019. Hace tiempo que de todo empezó a hacer mucho tiempo, de manera que, justo por eso, me apetece.

No hay un orden de más a menos mejor, ni nada de eso. Son solo conciertos para recordar en una noche de sábado de diciembre.

NINE INCH NAILS (2018)

No he sido nunca especialmente de Trent Torrezno. Sí que uno está pendiente, pero no es mi rollo específico. Sin embargo, algo ocurrió aquella noche del sábado 14 de julio de 2018 cuando aparecieron Nine Inch Nails. Se desató la locura ante aquella cosa tan imponente. No conozco absolutamente a nadie a quien no le volaran la cabeza.

A mí me la volaron. Menudo derroche de fuerza, por favor. Pero qué presencia. Con Atticus Ross y Robin Finck. Generaron allí una energía de lo más perturbadora. No quiero entrar en repertorio ni nada concreto, porque solo se trata de compartir lo que recuerdo: que fue aquello avasallador.

Y por cuestiones logísticas familiares nos fuimos mientras tocaban ‘Hurt‘ sorteando cuerpos como si aquello fuera un campo de batalla yermo. Los dos, abrazados en la madrugada del verano caminando entre cadáveres mientras la música se iba alejando de nosotros.

Así de potente. Y en el coche, flipando por la M30. Y lo más fuerte es que fue después de ver a Depeche Mode y Queens of the Stone Age, igualmente acojonantes. Arrópame aunque sea julio y déjame soñar esto una y otra vez. No me despiertes nunca.

THE WHO (2016)

Recuerdo aquella tarde de casi verano en el primer emplazamiento del festival, al lado del Manzanares por La Caja Mágica. Pasaban los coches por la A-4 y me preguntaba ‘¿pero a dónde puede nadie querer ir si vamos a ver a los jodidos Who?’ Como presentación en sociedad de un festival no está nada mal, eh.

Y antes de que anocheciera ahí estaban Roger Daltrey y Pete Townshend aullando y guitarreando como solo la gente de cierta edad sabe hacer. Eso es así. Se marcaron un repertorio de los que te dejan ahí bien clavado contra el suelo mientras te dices: ‘pues esto es historia del rock’. Y es acojonante, claro.

Mi primer recuerdo del Mad Cool es, por cierto, entrar y encontrarme de frente el concierto de Lori Meyers a pleno sol. Serían las siete de la tarde de aquel día jueves de los Who. Instantes en los que habitar.

FOO FIGHTERS (2017)

Nada, de locos. ¿Qué puede salir mal con Dave Grohl de anfitrión? El 6 de julio de 2017 arrasamos con todo. Un día de concierto grande dentro de un festival. Esa excitación, ese querer que llegue la hora ya porque necesitas un buen meneo cual polvo mañanero. Menéame, Dave.

Una fiesta considerable, consistente. Y llegamos corriendo de ver a Quique González en otro escenario, lo cual significa hacer miles de kilómetros. Igual no fue exactamente así, no me hagáis mirar los horarios. Pero recuerdo ese rato de trasladarnos veinte personas de un lugar a otro como algo lento y tedioso, pero igualmente bonito. Ese proceso es bonito.

THE SMASHING PUMPKINS (2019)

Billy Corgan me fascina al nivel de Axl Rose desde hace treinta años ya. De manera que cualquier cita con él (con ambos) es algo verdaderamente especial. Me fascinan porque son dos colgados talentosos que aquí siguen, oye, en el lío. Y el primero coge y lleva de vuelta al redil a James Iha y Jimmy Chamberlin. Pues bien.

Hablo de memoria todo el rato, pero creo que era mi tercera vez con los Pumpkins después de verles en Las Ventas en 2007 (cuando los Killers se los papearon pero bien) y La Riviera en 2011. Y esta moló bastante porque sí. Porque cuando alguien anuncia que está de regreso, aunque no se haya ido, consigue ese efecto.

Prometo no decirlo más, pero es que el efecto de las noches interminables de verano es esencial para que un gran concierto salga bien. Con miles de personas empujando en la misma dirección, empotrando duro. Así sí.

Y así fue, con un carrusel de éxitos memorable. Y que contemplar a William Patrick Corgan siempre es un placer per sé. Como me acaba de decir Pepe Brasín, quien siempre resume rápido y bien: El calvo lo tenía.

PEARL JAM (2018)

No fue el mejor lugar, no. En absoluto. Con colapsos en los accesos y un exceso clamoroso de aforo con 80.000 personas congregadas en la primera edición de Valdebebas después de dos en La Caja Mágica. Por lo general, 80.000 personas juntas son siempre una mala idea.

Pero ocurrió que, cuando todo se iba literalmente a la mierda, salió Pearl Jam para imponer la ley y el orden. No fue aquella la vez que más les disfruté, pues las incomodidades fueron reseñables, pero de alguna manera todos encontramos nuestro lugar en el mundo mientras tocaban.

Ese tipo de poder de la música, de esa manera, no recuerdo haberlo experimentado nunca. Los enfados se tornaron, por lo general, en colegueo generalizado. Pearl Jam demostraron por enésima vez que su talla es legendaria y, aunque en un principio parecía que Mad Cool era el peor lugar sobre la Tierra aquella tarde, todo encajó mientras cantábamos ‘Alive’.

MANIC STREET PREACHERS (2017)

Muy amargo recuerdo. La noche antes nos fuimos todo el grupo, y éramos muchos, porque el accidente ocurrió muy cerca. No digo que no nos hubiéramos ido de estar más lejos, no lo sé, es complicado. Pero digamos que el shock fue grande. De manera que nos fuimos, nos sentamos en una terraza a la puerta a literalmente meternos un lingotazo fuerte y era muy raro escuchar a la multitud corear a Green Day.

Mi sobrino, fan acérrimo de los de Billie Joe Armstrong, no se enteró de nada y cuando lo hablamos ya de madrugada pues flipaba. «El mejor concierto de mi vida» o algo así me escribió. La puta vida es así de contundente y bipolar.

Al día siguiente había que volver pues porque uno se dedica a esto. Y fueron Wilco y Manic Street Preachers quienes nos ayudaron. Los segundos en particular, aún con la baja del bajista Nicky Wire, se marcaron un bolo considerable que, a su vez, adquirió para mí cierto mensaje con eso de si toleras esto tus hijos serán los siguientes. Bueno, son cosas que se hilan. Era la primera vez que veía a los galeses y digamos que volví a mi sitio.

THE HIVES (2018)

Me vuelven loco, me flipan, son vitamina como el sol. Recuerdo comer kilómetros por la autopista para verles en un Low en Benidorm y pensar que no íbamos a llegar. Pero llegamos. Y aquello fue una explosión. Como cada noche con estos suecos.

Festivos como pocos, son de eficacia probada. He perdido la cuenta de las veces que me les he visto. Son como la heroína en vena. En Mad Cool no fue diferente y, a altas horas ya, consiguieron que el personal dejara de pensar en el mañana durante un buen rato. Come on! Come on! Come on! Y lo demás ya da igual.

STEREOPHONICS (2016)

Una pequeña gran debilidad. Aquel año tuve la fortunísima de verles en Rock in Rio Lisboa en mayo y tres semanas después en Madrid. Realmente me parecen un grupo infravaloradísimo, con unos temadísimos que lo flipas. Me pongo flipadísimo aposta.

Del Mad Cool recuerdo que era viernes, que tocaron de día y que fue uno de esos ratos de festival con gafas de sol bajo el sol con cervezas bajo el sol. Cuando aún no está petado y se está cómodo guay. Cuando todo es perfecto hasta que llegáis todos a joderlo, caramba, cual marabunta. Que ya os vale. Pero se os quiere. ‘Dakota‘ es lo más.

VETUSTA MORLA (2019)

Yo quería ver a Alice in Chains, de verdad. Pero de repente resultó que Vetusta Morla (con quienes coincidían) se estaban marcando un bolaken que flipas y me encontré a mí mismo solo en la noche, con una cerveza fría y bien cómodo. De manera que me quedé donde estaba para que nada cambiara nunca. Y fue guay.

Es normal que en este recuerdo hablemos poco de grupos españoles, pues les tenemos más vistos. Pero sí que ha habido mierda de la buena. Este de Vetusta lo fue. Como otros muchos, de los cuales ya he mencionado un par. No me arrepiento de no ver a Alice in Chains, pues sé perfectamente que mi cuerpo quería estar donde estuvo. Él me dirige, yo me dejo y todos contentos.

RYAN ADAMS (2017)

Pues con mucha ilusión fuimos a ver a Ryan en el Mad Cool de 2017. Nunca le había visto y eso siempre tiene el plus determinante del primer encuentro. No pocos discos suyos me compré en su día a través de play.com, uno de esos descubrimientos que pasajeramente te asaltan la cartera.

Fue un concierto de festival con los últimos rayos de luz del día y la verdad es que me gustó mucho. Se trata sencillamente de eso. De que estás en el lugar en el que quieres estar en el momento preciso. Y de ahí no te mueve nadie porque ahí perteneces en el espacio y en el tiempo. Total.

IGGY POP (2019)

Pues sí, Iggy Pop se hizo con el Mad Cool desde un escenario menor en el verano de 2019. Salió, cojeó y brincó como una perra sobre ese repertorio que tiene y que es difícilmente igualable.

Hizo todo lo que se espera de él, incluso se bajo al público a sus 73 años. Mostró su torso ya no tan fibroso sino repleto de pliegues. Y se la sudó porque para eso es el puto Iggy Pop.

Ciertamente, consiguió generar cierto grado de energía rockera que se echó en faltan en algunos platos fuertes de la edición 2019 de Mad Cool. ¡Iggy Pop escenario principal!, se escuchó reivindicar.

DEPECHE MODE (2018)

No se me va de la cabeza aquella tarde del 14 de julio de 2018. No. Porque es imposible. O sea, primero vi a Jack Johnson y a Kaleo. Y después ya se nos fue de las manos con Queens of the Stone Age como preludio a Depeche Mode.

Nunca va a ser lo mismo, jamás, ver a una gran banda con su propio show que en un festival. No es posible. Pero, al mismo tiempo, como tienen que ir más al lío, resulta de los más directo ver a peña de la talla de Dave, Martin y Andy saliendo a ganar sin rodeos.

Recuerdo también que yo tenía permiso para entrar a la dichosa zona VIP, pero ella no. De manera que me pareció buena idea ir con tiempo a explicárselo al personal de seguridad. Cuando eres amable, pides las cosas por favor, das muchas veces las gracias y muestras respeto, el mundo funciona mejor y, por lo que sea, todos somos VIP.

QUEENS OF THE STONE AGE (2018)

Volvamos al principio. Porque uno ha visto de todo ya, pero pocas entidades en sí mismas de la talla de Josh Homme. Bueno, unas pocas quizás. Pero como cada cual tiene su momento, el suyo fue cuando tuvo que ser, cuando en mi cabeza él veía Coachella y, por tanto, todos estábamos en California.

Que no digo que California sea mejor que Madrid, ¡anda ya! Pero bueno, que tuvo su punto ese instante de mirar al horizonte con las torres de la Castellana por ahí y todo eso mientras Queens of the Stone Age se marcan un ritual estupendo y Josh se enfada con la seguridad porque no dejan entrar al público a la zona delantera. Aquello fue emblemático en general y esto un bolazo en particular.

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