‘¡Quiero ser libre!’ es un libro ilustrado, obra de Nuria Martorell y Francina Cortés, que lleva en la portada a Michael Stipe, Madonna, Lady Gaga y George Michael. Editado por Redbook Ediciones, para quien no se entere fácilmente de las cosas, lleva como subtítulo ‘Artistas y canciones queer por la libertad y el respeto’. Y es una obra, en definitiva, que remarca el poder de la música como una bandera de combate contra la discriminación sexual.
Porque desde las primeras canciones queer y los primeros ballrooms hasta la actualidad, la música ligada al movimiento LGBTQ+ tiene una historia que merece ser contada. La propuesta de este libro, tan arriesgada como atractiva, sobre una historia de la música queer, está escrita desde el corazón e ilustrada con los colores y matices que la vida nos ofrece. Y está a su vez organizado en torno a capítulos como los siguientes:
- Berlín, el epicentro cultural de los años veinte para la comunidad queer.
- Leonard Bernstein, el inagotable apetito sexual del autor de West Side Story.
- Chavela Vargas, el espíritu libre que pedía luz de luna para su noche triste.
- Freddie Mercury, el queen y queer que quería ser libre.
- Mari Trini, un mito para la comunidad lésbica en España.
- Samantha Hudson, de «maricón» a «madre» de los que habitan en los márgenes del género.
Multicolor bandera de combate
La música ha ejercido de multicolor bandera de combate en la lucha contra la discriminación sexual desde los primeros cabarets hasta la actualidad (sea cual sea el momento en que leas este libro). La misma evolución del movimiento LGTBIQ+ ha estado y estará ligada a letras y melodías que tanto ayudan a la autoafirmación sexual y al hedonismo como a la reivindicación y a la batalla.
La transformación del colectivo queer, y de la sociedad en general, no puede entenderse sin canciones que forman parte de la memoria sentimental de épocas y de logros que nunca hay que olvidar. Porque no hace falta especificar el tiempo y el lugar para saber que habrá algún país en el que la libertad sexual continuará perseguida y castigada. Y quizás alguna canción estará sirviendo de contraseña, reafirmación, o consuelo.