la habitación roja madrid

La Habitación Roja (2021) La azotea del Low Club. Madrid

Crónicas
Canciones que sobrevuelan la ciudad

No es la misma Gran Vía desde abajo que desde arriba. Madrid siempre fue tan pequeña y tiene esas calles, desde aquí arriba aún más pequeñas.

Tienen algo las canciones de La Habitación Roja que invitan a recorrer las ciudades de azotea en azotea. Lanzando sin querer hacia abajo con el tacón alguna teja que, bah, igual acierta. Siempre es una mala idea arrojar cosas desde arriba hacia abajo. Una vez, hace varias décadas, tiramos aviones de papel ardiendo desde una terraza, de arriba hacia abajo y no salió bien. Los aviones de papel no pesan.

La cosa es que La Habitación Roja pasó este jueves por La Azotea del Low Club, en el Rooftop de Le Tavernier, en la octava planta del Hotel Innside by Meliá (qué largo). La de más arriba, evidente. La Gran Vía ahí abajo, en definitiva. Un porrón de delitos en marcha. Algunos saldrán en los periódicos. Los menos. Mientras tanto, canciones que sobrevuelan la ciudad.

Ambiente distendido de terraceo de altura. Ya sabéis lo que quiero decir. Y salen Jorge y Pau con ‘La segunda oportunidad’ y ‘Febrero’ y ya estaría. Aquí arriba, las canciones. Abajo, las calles. En el medio, carrusel de gin tonics. Ascensores que suben y bajan y abren y cierran sus puertas sin cesar. El ritmo de la ciudad. Es tan solo otro jueves más.

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«Alguien dijo que hacemos canciones tristes que ponen feliz a la gente. Así que no serán tan tristes«, bromea Jorge. Encantado de estar exactamente aquí, en pie con su guitarra no distorsionada revisando la cercanía de los gestos que tiene delante. «Disculpad, bueno, eso no, si sonrío mientras canto», lanza distendido, mientras el gentío grita peticiones de canciones. Tan cercano es el rollo.

‘Taxi a Venus’, ‘La moneda en el aire’, ‘1986’. Se suceden canciones. Después de tanto tiempo, volvemos a saludarnos mientras la banda sigue tocando. La banda siempre toca: está ahí para eso. Lo que ocurre a su alrededor, lo genera pero no le pertenece, de la misma manera que sus canciones son tan suyas como de todos los demás. Es sencillamente magia cómo todo encaja aún faltando piezas. Si cantan ‘Nunca ganaremos el mundial’, es que siempre hay un resquicio de esperanza. Pues la cantan.

TAXIS EN LA NOCHE

Desde aquí arriba ya solo se ven abajo luces verdes de taxis vacíos que, cuando se convierten en rojas, son el prólogo de la siguiente historia. ‘Voy a hacerte recordar’ con todos sus oooooh. El contagio iluso deIndestructibles o ‘Posidonia’. Madrid nunca se enciende ni se apaga, es solo otra ciudad más repleta de música. Con habitaciones rojas, persianas rotas o toldos echados. De todo eso va todo esto. De las canciones que escuchamos mientras imaginamos la vida de todos con los que nos cruzamos montados en un taxi camino a casa en la noche profunda calculando cuanto nos va a costar. Siempre es más.

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