Bryan Adams está en la ciudad

Artículos
Bryan Adams en Vistalegre en 2016. FOTO: Mercadeo Pop

Os decía el otro día que el ‘Reckless’ de Bryan Adams es mejor que el ‘Achtung baby’ de U2 y la mayoría lo pillasteis por el lado que es: la de provocar un poquito y divertirnos todos juntos. Siempre digo que para entender bien Mercadeo Pop hay que ponerle ruido de bar de fondo, con sus vasos chocando, sus hielitos chocando, todo chocando. Porque aquí somos tan libres e idiotas como solo se es así a las cuatro de la madrugada hablando de música.

No lo decía en serio, pero sí es verdad que ahora que estamos a unas poquitas horas de reencontrarnos con Bryan Adams en el WiZink Center, no tengo más remedio que reivindicar al rockero canadiense contra viento y marea. «El Gobierno de Canadá ya ha pedido suficientes veces perdón por Bryan Adams» es una de mis frases favoritas de South Park, ya de por sí una de mis series favoritas.

Lo pillo, lo comprendo y me río como cualquiera. Porque tiene esa pinta de buen hombre que canta sus baladitas y se va a dormir. Pero para mí Bryan Guy Adams (Kingstom, Ontario, Canada, 1959), es un rockero de pro de los que ya no quedan. Un héroe de los ochenta y de los noventa que representa una era y sigue aquí tan jovial el notas, como si por él no pasara el maldito tiempo que nos recorta vida a todos día a día. Tick tack tock.

No tengo más remedio que hablar de mí porque, si no, de quién coño voy a hablar. El disco ‘Into the fire’ (1987) entró en mi vida casi a la par que el ‘Joshua Tree’. Ya por entonces con menos de diez años me flipaba todo esto. Y el siguiente, ‘Waking up the neighbours’ (1991), me lo compraron mis amigos del cole (creo que andábamos por séptimo u octavo de EGB) juntando las perras que pudieron -este finde se lo he recordado, pues ellos no se acuerdan pero yo sí, ya me dieron por perdido hace mucho y seguimos siendo los mismos a diario-. Y fueron caminando y lo compraron en la tienda de discos del barrio que había al lado del metro de Vistalegre –casualmente donde vi a Bryan por primera vez en 2016, aunque bueno, sigo viviendo en Carabanchel como siempre por purita identidad-. ‘Shout’ se llamaba la tienda. Un lugar en el que pasé no pocas tardes sencillamente formando parte del mobiliario y construyendo sin darme cuenta lo que pueda ser ahora.

Una publicación compartida de Mercadeo Pop (David Gallardo) (@mercadeo_pop) el




Y ya sé que llevo una temporada diciendo chorradas en Twitter, que si Bryan Adams es Pedro Sánchez y que si le quiero y tal. Pero claro que en el fondo lo pienso. ¿Por qué no? Molaría. Y este mismo lunes hemos estado un ratito de aperitivo festivo y agarré el Metrópoli de El Mundo y se me pusieron los pelos de punta de los brazos leyendo la previa del concierto de esta noche. ¿Por qué? Joder, si lo pudiera explicar no escribiría en Twitter que Bryan Adams es Pedro Sánchez, porque eso tampoco lo puedo explicar. Si consideráis que soy un pirado, por mi está bien: Pero vuestro pirado favorito, a poder ser.




Me gusta la gente que sonríe y Bryan sonríe mucho. Yo mismo lo intento, sonrío desde el coche cuando os coláis como ratas en la M-30. Sonrío todo lo que puedo salvo que os coléis en Juvenalia porque ahí ya están los críos de por medio. Por cierto, que me dice ahora uno «¿pero estás escribiendo lo de esta noche? No seas mentiroso». Y bueno, pues os lo voy a confesar, ya tengo algo escrito, por supuesto, pero porque es necesario tener algo a lo que agarrarte, un par de frases, un titular que más o menos te cuadre. Puedo ir a pelo a ver a Rosalía mañana, eso me da igual porque voy a tener tiempo de pensar, pero no quiero ir a pelo a ver a Bryan Adams porque no tengo tiempo que perder.

Ya está perdido, de facto, de hecho, pues ya os dije que son muchos años. Eso es irrecuperable y esta noche se trata de exigir de vuelta un poquito, un rato, dos horitas de vida eterna. Va de eso el rocanrol, de vivir para siempre mientras dure una canción que te ponga. De vivir a saco lo que tienes delante, que pueden ser tus pelotas o tus críos bailando en la cocina mientras escribes como está pasando ahora mismo. Y tengo tres. Eso es el rocanrol. Y que su papá se vaya de concierto y le digan «no puedes tardar que mañana hay cole». Todo eso es lo que yo veo ahora entre las líneas del rocanrol.

Y creo que el jodido Bryan Adams es muy reivindicable. Flaco favor le hizo la fama monumental que adquirió como baladista con ‘Everything I do’, ‘Please forgive me’ o incluso ‘All for love’ con Sting y Rod Stewart -que apenas tenían cuarenta palos, el canadiense ni llegaba-. Porque a mí esas coplas me la pelan, pero me revientan otras como, a saber: ‘We’re gonna win’ (que es casi punk), ‘One night love affair’, ‘Heat of the night’, ‘She’s only happy when she’s dancing’, ‘It ain’t a party’, ‘Black pearl’, ‘There will never be another tonight’, ‘House arrest’, ‘Touch the hand’, ‘Ain’t gonna cry’ o la última sumada al repertorio de las guapas: ‘All or nothing’, con la que mi más pequeño de dos años se enfada siempre porque cree que es ‘Highway to Hell’ pero no es. Un poco copión Bryan, eh, ojito que acabas en los tribunales y eso ya te digo que no apetece.

Me pasa con este hombre del que usted me habla que hubo un tiempo, cuando empecé a meter bien la chabeta en la prensa musical, que me di cuenta de que los críticos hacían mofa. Pues bien, yo hice bandera. Nick Cave está de puta madre y Lou Reed y Leonard Cohen. Ya sabéis por donde voy. Esa peña es otro planeta pero allí también se canta ‘Summer of 69’. De lo contrario, no habrá vida humana allí. Un buen pedazo de himno es tan necesario como un vaso de agua y un chupito de lo que sea duro. Ese aporte es necesario también y, bueno, que opino que los críticos son todo lo farsantes que yo nunca he querido ser. Si queréis nombres, me pilláis por ahí.

‘On a day light today’, de 1998, también me gustó mucho. Vino después del ‘So far so good’ que definió nuestros años de instituto y este era como el primer disco de la universidad, cuando todo había cambiado tanto que pensábamos que iba a quedarse así. No confiarse, no fue así. Y ese disco me dio bien también, no por ninguna canción en especial, lo cual habla muy bien del viejo concepto de obra completa. ‘When you’re gone’ no es que me encantara, pero cuando suena ahora siento que puedo con cosas que no suelo poder porque es una explosión tonta de jovialidad pop.

Podríamos seguir horas, pero básicamente no puede ser porque tengo una cocina por apañar y mil cosas por dejar organizadas antes de poder irme con mi chupa de cuero a jugar a estrella del rock. Creo que os dejado una buena ristra de temazos infalibles por aquí arriba. Si no os parece mal, mientras tiro de Fairy me voy a poner el Reckless y voy a tirar de fregona como pie de micro. Ese es el camino hacia la mutación definitiva que llegará cuando el sol se marche, cierre la puerta y solo seamos las calles y yo en la enésima velada de rocanrol. Ya sé cómo va a ser pero me muero de putísimas ganas: es un amor de una noche.

Bryan Adams (2016) Palacio Vistalegre. Madrid

Comparte

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *