arde bogotá la riviera

Arde Bogotá (2022) La Riviera. Madrid

Crónicas

Lo de Arde Bogotá en La Riviera. Está. Pasando. Ahora. No mires arriba. Se viene el sharknado cartagenero. Desempolva el arsenal antiaéreo. La noche nos contempla a la orilla del río. Cada vez somos más. Nos calcinaremos en el infierno en un bis perpetuo. No nos van a hacer cambiar ni el tiempo ni la actitud. No mientras tú seas tú y yo sea yo y tengamos canciones en las que habitar.

Arde Bogotá crece con todos nosotros dentro. Hace poco más de un año no les conocía nadie y ya llenan La Riviera. Acompañar este deambular nos recuerda necesariamente a casos cercanos en el tiempo como Vetusta Morla (a quienes vemos hoy en el Wanda Metropolitano, nada menos) o Supersubmarina. Salvando las distancias, cada cual en lo suyo. He visto a tantas bandas crecer desde detrás de la palmera (es ahí donde se ve) que me es imposible no entablar conexiones mentales. Está pasando. Otra vez.

Seguimos teniendo canciones en las que habitar decía. Y no mentía. Ni miento. Afirmo. Hay algo en Arde Bogotá que trasciende. Aunque lo supiera, no os lo revelaría. Es eso: algo. Ojalá no descubrirlo nunca y estar siempre buscándolo. Las camisas de Antonio no son, quizás su voz. ‘Dangerous’. ‘Cariño’. En búsqueda de algo ‘Tan alto como tus dudas’. Llévame ‘A lo oscuro’ y haz conmigo lo que quieras. Eutanásiame antes de que vuelva el sol. Cosas que se dicen en la noche mientras suena de fondo nuestra canción.

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Esto es el rock del siglo XXI. El gentío que abarrota la sala bulle. Cada personita es como una burbujita de esas que salen cuando hierves el agua para hacer macarrones. Cada vez más, más grandes, más aceleradas hasta que rebosan la olla, el agua se desparrama y la vitrocerámica se pone a pitar como una loca en señal de alarma. Pita cuanto quieras, pero no te alarmes. Deja que se derrame. Disfrútalo calentito. Quemaduras de tercer grado.

‘Tijeras’. ‘Millennial’, un plan a punto de salir fatal. ‘El dorado’. ‘Big bang’. Lo de ‘Mi carro’ podría estar bien, pero la verdad es que no. ‘Quiero casarme contigo’ siempre sí, otra vez, todas las que quieras. El repertorio es limitado, pero convincente. La rotunidad de la sencillez. Canciones bien terminadas. ‘El beso’. ‘Virtud y castigo’. ‘Te van a hacer cambiar’ (ya hemos dicho que no, reiteremos).

EXOPLANETA

‘Exoplaneta’ son las doce uvas. Una fantasía que pretende llevar a Cartagena a otro sistema solar y que el público corea en plenitud. Los conciertos son ensoñaciones en las que todo es posible, así que esto también. La cosa se acaba. Es hora y media a piñón. Intensidad encapsulada. Una colleja traicionera. ‘Antiaéreo’. Latimos al pulso marcado por la batería y el bajo, nos contoneamos con las melodías a guitarra y voz. ‘Abajo’ es el revolcón final, tírate al suelo y haz la croqueta. Así está bien.

Otra noche más en La Riviera para cualquiera, la primera para Arde Bogotá. La formación de Cartagena sube los puertos como Induráin, con una velocidad de crucero que el resto no alcanza. Sin quemar embragues. Sin ambages. Con el plato grande. El siguiente paso en esta ascensión sería doblete en esta misma sala, pero por donde pasa Arde Bogotá no vuelve a crecer la hierba, así que habrá que pensar en algo más grande. Invadamos Polonia.

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