siniestro total wizink center

Siniestro Total (2022) WiZink Center. Madrid

Crónicas

Despedida de Siniestro Total en el WiZink Center. 40 años sin pisar la Audiencia Nacional. Himnos en comunión: cerveza, abrazos y futura afonía

Dentro de la inevitable oleada de bandas legendarias que van decidiendo colgar las guitarras le llegó el turno a Siniestro Total, que celebró el 6 de mayo en el WiZink madrileño la penúltima fecha de su larga trayectoria. Tras algunos lustros presentándose en fiestas populares y festivales de poca o mediana monta el tirón del público fue sorpresivo. Con una buena representación de aficionados de fuera de la capital, muchos vascos y un buen número de vigueses se alcanzaron las 25.000 personas entre ambos conciertos (el segundo fue el día 7), y es que los feos somos muchos más.

En los prolegómenos los alrededores del palacio de los deportes se llenaron de cincuentones, como las mejores bandas de malhechores. Todos uniformados con camisetas conmemorativas plasmadas con variadas frases siniestras. Nada es suficiente para celebrar este agridulce desenlace fatal, y antes de comenzar el recital la fiesta ya estaba bien servida.

Normalmente es un tópico positivo cuando se dice que a una banda le da igual tocar para 15.000 que para 500, sin embargo, tiene su lado malo cuando el despliegue es tan parco como el de los gallegos: apenas dos pantallas laterales y una imagen central con el mítico Renault 12 siniestrado que dio nombre al grupo. Tampoco esperábamos fueguitos -como los Kiss-, pero sí una producción un poco más elaborada.

MIGUEL COSTAS Y JULIÁN HERNÁNDEZ

La gran novedad fue la participación de Miguel Costas, miembro fundador y autor de una buena parte de los grandes éxitos de su cancionero. Y es que de su garganta aguardentosa salieron los himnos más coreados: ‘Camino de la cama’, ‘Qué le debo’, ‘Pueblos del mundo extinguíos’ -el no future patrio- o ‘Yo dije yeah’ (esa gran píldora de humeante pub rock, tan simple como magistral), además de aportar los rocosos e inapelables riffs que surgen de su guitarra.

Encontramos el contraste perfecto en el otro frontman, Julián Hernández, adicto a la verborrea y a la intelectualidad más irónica. Icono del gamberrismo sumado a un conocimiento enciclopédico de la historia del rock, como se puede ver en sus trabajadas letras que, con lacerante sarcasmo, nos manifiestan la realidad. ¿La realidad? la realidad es el efecto que produce la falta de alcohol.

Los únicos invitados fueron antiguos componentes de la formación. Alberto Torrado cantó ‘Tumbado a la bartola’. Y muchos años después se reunieron sobre un escenario los tres fundadores que tuvieron el accidente de coche “con matrícula PO-1919-C”, especificó Hernández. El ex bajista Segundo Grandío slapeó a lo grande en ‘Chusma’ y Ángel González, que dejó la música por enfermedad, salió a saludar. Mención aparte merece la tremenda ovación que se llevó la mención al añorado Germán Coppini, sin cuyo arrojo artístico probablemente no estaríamos escribiendo estas líneas.

Las fotos son de Javi G. Espinosa (solo-rock.com)
PROVOCACIÓN

La provocación -entendida como era en los primeros 80- se mantuvo viva con ‘Cuanta puta y yo que viejo’, ‘Todos los ahorcados mueren empalmados’, ‘Opera tu fimosis’ -a estas alturas tu próstata- o ‘Tipe dulce tipi’, en las antípodas de la corrección actual (el cantante de Greta Van Fleet acaba de tener problemas por unos comentarios al respecto). También parodiaron a sus coetáneos con una simulación de set acústico, abortado en pocos segundos con Julián destrozando su guitarra con gallardía, como en la portada del gaitero… ¿o fueron los Clash?, para luego afrontar ‘Joder Cristina’ con la electricidad habitual.

Esta primera fecha que agotó el papel es la de los fans de verdad, y se notó en cada abrazo, en cada estribillo coreado y en el buen ambiente general. No hay nada como rodearse de lumpenproletariat tirando minis de cerveza al aire, ¡¡que le follen a la paz mundial!!

Tras una ráfaga de cortes de su primerísima época: ‘Nocilla que merendilla’, ‘Mario (encima del armario)’, ‘Oye nena yo soy un artista’, ‘Matar jipis en las cíes’ o ‘Ponte en mi lugar’, estos representantes con mayoría absoluta de la cultura popular decidieron que hay que sentir en vez de consumir. Y alcanzaron el culmen, el orgasmo final, con ‘Miña terra galega’ -himno oficioso de Galicia- y el bis con ‘Menea el bullarengue’ -sí, sí, sí-, ‘Bailaré sobre tu tumba’ -le dejaremos el titular a otros-, las cuestiones filosóficas de ‘¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos?’ y su resolución inmediata en Highway To Hell de los australianos AC/DC, apropiada absolutamente por Siniestro Total.

En definitiva, un más que digno final que de alguna manera reeditó 30 años después el directo ‘Ante todo mucha calma’, desde la intro de ‘Corrupción en Miami’ hasta la amplia representación en el repertorio de sus primeras composiciones, pasando con la presentación de la banda -solo largo de triángulo incluido- con Ye-ye. Para finalizar tenemos un mensaje para los hombres, mal llamados humanos, que les hará ser más felices: ¡¡ESAS PALMAS COÑO!!

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