Rosendo (2009) Parque de San Isidro. Madrid

Lugar: Parque de San Isidro. Madrid
Fecha: 26 septiembre 2009
Asistencia: 2.000 personas
Artistas Invitados:
Precio: Gratis
Músicos: Rosendo Mercado (voz y guitarras), Rafael J. Vegas (bajista y coros), Mariano Montero (baterista y coros)

Setlist: A donde va el finado, Deja que les diga que no, El asa del cubo, Duele pensar, Como el pico de un colchón, A mi no me duele na, En agua caliente, Por meter entre mis cosas la nariz, Harto, Menú de la cuneta, Cada día, Date por disimulao, Los de siempre, ¡Y dale!, El Ganador, Flojos de Pantalón, El Tren, Masculino Singular, Pan de higo, Agradecido
Bises: Maneras de vivir, Borrachuzos, Navegando

Cinco minutos de taxi, una conversación sobre el empate del Atlético con el taxista al pasar al lado del Vicente Calderón y seis euros más tarde ya tenía a Rosendo frente a mi, llamando a la tripulación para despegar, justo a tiempo. Hace diez minutos estaba dándolo todo con los Cult y ahora tengo delante a Rosendo, esa folclórica del rock patrio, esa Pantoja, esa Jurado, ese Elvis Presley de Carabanchel jugando en casa, respetado por gentes de todas las edades por real decreto ley. Y como no podía ser de otra manera al ser gratuito, concierto intergeneracional y con muchas imágenes curiosas.

Curiosa noche esta en la que los astros parecen empeñados en que medio Madrid retroceda hasta los años ochenta: The Cult tocando viejos clásicos de su discografía, y Rosendo haciendo lo mismo ante un público variopinto pero básicamente fascinado por aquellos años. Su parroquia, vaya. Cazadoras vaqueras desgastadas, pantalones pitillo, zapatillas ya descatalogadas, litronas de Mahou… Rosendo incluo logra que los yonkis supervivientes de los malos años salgan de nuevo de sus cuevas, aunque ahora se acerquen a las barras a pedir botes de Nestea. La fauna la completan curiosos, niños, adolescentes e incluso gente leyendo el periódico. ¡Policía, policía, que alguien llame a la policía, hay que detener al hereje!

Guerra de camisetas rockeras en Carabanchel. Pero de buen rollito, no como en Pozuelo. Los de Leño pensaban que ganarían por goleada con sus viejas reliquias incorruptas, pero ahí aparecieron las huestes de los Cult para poner la envidia en los ojos enrojecidos de quienes no estaban por la labor de gastarse casi cuarenta euros en ese ejercicio de revival equilibrista. Pero una vez el gentío congregado se familiarizó con el lugar todo esto pasó a un segundo plano y fueron las canciones de ‘Rosendo Mercadeo’ las que tomaron el mando.

Después de tantos años en solitario, ahora ya le ha cogido el gusto incluso a tocar los míticos temas de Leño. Esta noche cayeron El Tren y Maneras de vivir, que recordaron a todos que la condición de semideidad no se alcanza sin motivo e hicieron dudar sobre si nuestro alcalde es Gallardón o Tierno Galván, o sobre si Rosendo por fin había sido elegido presidente del Gobierno por aclamación popular. ¿Qué opinaran las hijas de Zapatero de todo este embrollo emocional? ¿Por qué estamos donde estamos pero parece que estamos donde estamos veinte años antes?

Con los últimos tragos de cerveza se nos va de las manos un concierto que es de todos. Es un exorcismo exitoso gracias a tres kilos de pan de higo ingeridos con voracidad, a borrachuzos de primera dimisión, agradecidos como pocos de que su tótem fuera a rondarles a las puertas de sus casas. Vayamos todos en paz a nuestros respectivos bares de rock preferidos, esos de barrio en los que siempre suena Rosendo varias veces por noche mientras los mangos de los futbolines humean sin parar. Esos en los que los jóvenes alucinan con las añejas historias musicales que se cuentan en la barra y con las entradas en las paredes de viejos conciertos en salas ya desaparecidas. Después soñad con los angelitos. Rosendo os arropará y os despertará por la mañana con el punteo de Flojos de Pantalón. Alabado sea dios.

En agosto Rosendo tocó en una abarrotada plaza de Las Vistillas, en pleno centro de Madrid, con motivo de las Fiestas de la Paloma. Yo me lo perdí por estar de vacaciones, pero mi buen amigo Pedro encabezó la delegación de Mercadeo Pop de cuerpo presente y escribió unas líneas que bien merecen ver la luz:

«Se reunió anoche el Madrid de billares y porritos convocado por Rosendo Mercado, del Consejo de Sabios. Otra vez se desbordó la Plaza de las Vistillas, tan castiza como incómoda para este tipo de juergas. Peregrinaron chapas y camisetas negras desde los barrios al centro, de Opañel a La Latina. Línea 5. Recuperó, por tanto, la calle Segovia un rumor auténtico, aprovechando que sus ‘okupas’ actuales, actores de teleserie, camuflados algunos de camareros, habían huido a la playa y se habían llevado su ‘lounge’ y su ‘chill out’, la pancarta y el carácter poliédrico. Mejor para nosotros.

Supuraron, de repente, los colegas, el kalimotxo y la grifa. El otro Madrid, el que no sabe de bonus ni gominas. «Si controlas tu viaje, serás feliz», invocaba Rosendo a sus Leño. Y le provocaba una reflexión al vecino del al lado: «las setas han matado a la estrella de los tripis, ya ni se encuentran». Cosas de chavales. Y se oyó el ‘Asa del Cubo’. Treinta y dos grados y subiendo. ‘Picaporte’ y ‘Borrachuzos’. «El Clemente se ha encontrado con el Juan y al Alberto, le tuvimos que llamar. Medio barrio presentó la dimisión…» Toma bodegón animado.

Decía por la mañana Rosendo en un periódico del Foro que no entendía como ya, hasta los pijos, se sabían sus canciones. Nuestro admirado se ha quedado atrapado en la decada ochentera, donde el rocanrol era la marcha de Riego para los ángeles de cuero, descreídos y vacilones, mártires buenos. Carabanchel es universal, como el arte de Rosendo, y le habla verdades a todos. En una habitación de un chalé de Las Rozas también despierta la curiosidad por la vida de un mocoso con acné y picores de entrepierna.

«No pienses que estoy muy triste, si no me ves sonreir, es simplemente despiste…». Ay, Rosendo. «Despistar es muy importante, Pedrito, que no sepan por donde vienes», me decía otra noche de agosto, de hace muchos años, mi amigo Chubi, canterano de la Dessa de la Villa, cocinero ahora en un hotel de Antigua y Barbado.

Anoche, en medio de una nube de humo dulce, se nos perdió un instante la mirada y se topó, allá en las barras cerveceras de metal, con una pareja cana, que se marcaba un rocanrol con giro y todo. Pañuelo al cuello y sonrisa de agosto. Por un momento, se nos olvidó el ‘gurtél’, la puta crisis y hasta que no tenemos playa. «Muchas gracias Madrid, se os quiere mogollón», bramó Rosendo. ¿Cómo no se nos va a querer?. Viva Madrid».



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