Larkin Poe demuestra en una atestada La Riviera que su rock sureño aún no ha tocado techo. Crónica de su show el 14 de noviembre de 2025

Larkin Poe demuestra en una atestada La Riviera que su rock sureño aún no ha tocado techo

Crónicas

A pesar de estar todavía en mitad de la treintena, las hermanas Megan y Rebecca Lovell llevan ya dos décadas pisando escenarios por el mundo, los últimos quince años bajo el seudónimo de Larkin Poe. Que es, por cierto, el nombre de un antepasado suyo que resultó ser primo de Edgar Allan Poe. Muy molón, aunque para quien esto escribe fue una pequeña desilusión descubrir que no era ningún guiño a Vince Larkin y Cameron Poe, los personajes de John Cusack y Nicolas Cage, respectivamente, en la oligofrénica y siempre reivindicable Con Air. Lo de tener un tataratatarabuelo que te emparienta con el autor de El cuervo también está bien, supongo.

Larkin Poe se construye sobre las armonías vocales y las abrasadoras guitarras de las dos hermanas, y en España ya están en condiciones de meter a dos mil quinientas personas en Madrid. En una interesante encuesta a mano alzada que hizo anoche Rebecca en una Riviera con sus entradas agotadas, constatamos que la mitad de los espectadores ya habíamos asistido antes a alguno de sus conciertos, mientras que la otra mitad eran neófitos.

Las fotos son de Anna García.

Potencia con Larkin Poe en La Riviera

Eso demuestra que sigue corriéndose la voz de la potencia del directo de Larkin Poe, aunque no está muy claro dónde podrán actuar la próxima vez en Madrid si su parroquia sigue creciendo, porque en la capital seguimos teniendo el mismo problema desde hace décadas: la ausencia de un recinto de aforo intermedio entre los dos millares largos de La Riviera y los diez mil del infame Palacio de Vistalegre. Quizá las encantadoras Noches del Botánico sean la solución, si las hermanas tienen a bien programar su próxima gira europea más cerca de la temporada estival.

Algo llamativo del público español de Larkin Poe es que es, de media, diez años mayor que las propias hermanas Lovell. Quizá se deba a que esos espectadores se han acercado al dúo porque ya tenían un interés previo en los géneros que este transita: rock sureño, blues, bluegrass… y entonces Rebecca y Megan se cruzaron en su camino, uno que ya tenía un buen recorrido hecho. En cualquier caso, fue un público que supo demostrar su entusiasmo por Larkin Poe durante su hora y media larga de actuación en Madrid, y pudo apreciarse en las sonrisas complacidas de las dos hermanas que dicha entrega había sobrepasado sus expectativas.

Fotos de Anna García.
Un buen torpedo

Una décima parte de esos espectadores llegaron a ver la actuación íntegra del telonero Son Little. Es difícil abrir para un torpedo como Larkin Poe, y Aaron Earl Livingston (nombre real de Son Little), hijo de un predicador con varios elepés de rhythm & blues publicados en la última década, optó por la suave caricia antes que por la energía desbocada.

Componía una estampa interesante, con su preciosa guitarra Gibson 335 roja y acompañado en el escenario por su teclista y su baterista: tres hombres de color con tres gorros de lana sobre sus cabezas (algo excesivo para la temperatura de la sala). Por lo que sea, Son Little hizo que me acordara del personaje que interpretaba John Legend en La La Land; y que cada lector decida si eso es algo positivo o negativo. A los fans de Larkin Poe les hizo un grato servicio entreteniendo la espera del artista que habían venido a ver, así que podemos llamarlo un telonero cumplidor.

Cerveza en mano

Ya teníamos todos nuestra preceptiva cerveza en la mano (en vaso de plástico que, sí, vale, destruye el planeta, pero el lúpulo sabe infinitamente mejor que en uno de cartón) cuando, pasadas las nueve, las hermanas Lovell y sus músicos saltaron al escenario. Al fondo de este colgaba un telón florido y por el hilo musical sonaban fragmentos escogidos de famosos temas de americana con las flores como temática común. También había media docena de plantas que me muero de curiosidad por averiguar si viajan por el mundo con la banda o si es el promotor local de cada concierto quien se encarga de suministrarlas.

Rebecca, la poderosa voz de Larkin Poe, estuvo en la carretera hasta dos meses antes de dar a luz a su primer hijo, el pasado agosto, y ha vuelto a ella dos meses después. Quizá no sea el ejemplo más salvaje de compromiso con la música que haya presenciado porque, en una ocasión, vi al guitarrista de Los Galván, Antonio Fuentes, subirse al escenario dos semanas después de un trasplante de riñón. Pero vamos, que lo de Rebecca tampoco está nada mal.

Fotos todas de Anna García.
Esto es buen rocanrol

Tienen Megan y Rebecca una confianza justificada en su último trabajo, Bloom, como combustible de su directo, y ha entrado en tromba en el repertorio con ocho de sus temas. Como mencionó Rebecca con orgullo, el disco fue nominado la semana pasada a un Grammy como Mejor Álbum de Americana. Las hermanas ya ganaron ese premio con su elepé anterior (en una categoría distinta, Mejor Álbum de Blues Contemporáneo), Blood harmony, del que en esta gira suenan cuatro temas. Así que la discografía anterior de Larkin Poe, algo más oscura para el gran público, queda infrarrepresentada en esta gira.

En cualquier caso, hay artistas que están por encima de sus canciones (y viceversa, claro), y las hermanas Lovell son de estas. Considerando esto, quizá lo próximo en la carrera de Larkin Poe debería ser un álbum en vivo que capture la fuerza de su directo actual.

La presentación escénica de Larkin Poe está pensada para engrandecer a las hermanas Lovell, que son las que ocupan el centro del proscenio, mientras que los tres músicos masculinos que las secundan (con teclado, bajo y batería) forman un semicírculo en segundo plano. Una imagen digna de acompañar la descripción de «empoderamiento femenino» en su entrada de Wikipedia.

Un poquito monótono

Y tal pegada tiene la música de Larkin Poe que, a los cuarenta y cinco minutos, empieza a hacerse algo monótona la tormenta sónica de guitarrazos. Es entonces, con buen timing, cuando Megan y Rebecca cambian sus eléctricas por acústicas y los demás músicos se reúnen con ellas alrededor de un solo micrófono, para un interludio de apacible música bluegrass.

Hasta cuatro temas interpretaron en esta configuración en Madrid, obrando el milagro (considerando el espíritu de viernes por la noche que reinaba en la sala) de mantener a toda La Riviera razonablemente atenta y callada durante un cuarto de hora. Aceptaron una petición, Mad as a hatter, que Megan presentó explicando que hablaba de la esquizofrenia de su abuelo, abogando después por la importancia de hablar sin tapujos de la salud mental.

El final entra estupendo

El último de esos temas acústicos, Devil music, dio paso, sin solución de continuidad, al segundo bloque eléctrico de la velada. Funcionó: músicos y espectadores parecieron mágicamente regenerados después del bálsamo sonoro del bluegrass y listos de nuevo para el rock sureño duro. Tras cinco disparos consecutivos, con las chicas agitando sus melenas al sentirse energizadas por sus propios riffs, los cinco intérpretes escenificaron la primera despedida ante una sala ya rendida por completo.

El único bis fue el dulce tema country que cierra su álbum más reciente, Bloom again. Antes de que terminara, varias personas estaban abalanzándose sobre el puesto de merchandising para llevarse algún disco del dúo, indicativo de que ya estaban ganados para la causa (y de que Larkin Poe tiene la clase de público que aún atesora el formato físico). Megan y Rebecca saben la lealtad que despiertan en sus seguidores, por eso la segunda se despidió ayer con confianza afirmando: «See you next time!». Y sí, les sobran razones para creerlo.

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