chino moreno, cantante de Deftones, durante su concierto en La Riviera de Madrid en mayo de 2024

La sauna de Deftones en La Riviera: chorros de sudor, andanadas de metal

Crónicas

Hemos fantaseado muchas noches con talar las palmeras de La Riviera, pero este martes Deftones casi consiguen derretirlas. Porque el grupo californiano ha convertido la sala madrileña, como suele decirse, en una olla a presión con chorros de sudor y andanadas de metal. Una sauna con Chino Moreno goteando y transpirando como seguramente no recuerda, echándose agua por la cabeza con insistencia e hidratándose con encomiable precaución.

Pero retrocedamos un poco, nada, como tres horas. Sorprende entrar a un concierto y ver la sala ya con más de media entrada cuando acaban de empezar los teloneros (Vowws, muy potentes), pero exactamente eso es lo que ha pasado este martes con Deftones en La Riviera. Una tarde casi veraniega y el personal haciendo una cola kilométrica ya desde antes de la apertura de puertas y pasando de tomar cervecitas al solecito es algo inédito a la orilla del río. Pero es que Chino Moreno está en la ciudad y nos va a gritar en la puta cara. Lo cual no es cosa menor o, dicho de otro modo, es cosa mayor.

En tiempos de locura con la venta de entradas para grandes festivales y conciertos, cuando parece que lo macro y las cifras desorbitantes son lo único que importa, resulta poco menos que un privilegio ver a los Deftones en una sala como La Riviera con ‘tan solo’ otros 2.000 iguales. Ahora que todo el mundo se arroja a tocar al WiZink Center, que los estadounidenses acabaran en esta sala es básicamente un regalo. Un concierto, además, casi diríase que sorpresa, anunciado dos meses antes con entradas a un precio de 50 pavos comparativamente razonable, y que sirve al grupo como calentamiento para su paso por el Primavera Sound de Barcelona.

Impaciencia esperando a Deftones en La Riviera

Y es que no es este un concierto para andar publicando en Instagram. No es el evento en el que hay que estar y donde por ende demasiados acuden por razones que poco o nada tienen que ver con la música. El gentío se apretuja ya desde una hora antes y, de nuevo algo un tanto inédito, mantiene a los camareros cruzados de brazos porque tampoco ha venido a eso. Este 28 de mayo la congregación viene a lo que viene: a disfrutar en las distancias cortas de una banda esencial en el rock y el metal de nuestro tiempo. Influyente como pocas en todo aquello del nu-metal que vivimos en el cambio de siglo y más allá.

Pasó el viernes pasado en Tomavistas con Dinosaur Jr. y pasa de nuevo esta noche. Hay cierta vibra al Parque del Soto de Móstoles y al siempre añorado Festimad. Cuando Madrid tenía un único festival al que acudían los musiqueros y nadie padecía de síndromes mentales por perderse el evento de moda. No es que la música importara más, pero había un sentimiento diferente de pertenencia. Y eso que el público no es necesariamente talludito en mayoría, más bien al contrario, pues sorprende ver a cantidad de chavalería veinteañera (y menor) lo cual dice mucho de la vigencia de la banda entre los parroquianos del rock alternativo (ahora ya no tendencia, aunque persevera) treinta años después. Sí que somos algunos, en cualquier caso, los que hemos pasado largas horas jugando al Tony Hawk en la Play y viendo la MTV cuando la MTV era una cadena musical.

«Chiiino, Chiiino, Chiiino»

La cosa es que estamos en 2024, Deftones es una banda clásica por derecho propio y el personal, impaciente, grita «Chiiino, Chiiino, Chiiino» para mitigar la espera. Pero ya está, todo en la vida llega y, con puntualidad de Sacramento, arranca la velada con la pegada de ‘Genesis’, ‘Tempest’ y ‘Swerve City’. Chino Moreno está fino, se le ve en mejor forma que en alguna visita anterior, sin ir más lejos la última del Mad Cool 2022, de manera que con sus reconocibles movimientos y sus cuerdas vocales al límite (siempre modulando agresividad con suavidad) logra ese efecto de atemporalidad que a veces se origina sobre el escenario. Como si el tiempo no hubiera pasado o, mejor aún, se hubiera detenido en el momento que cada cual quiera, por ejemplo cuando escuchara a Deftones por vez primera.

Apenas noventa minutos

Ese es el viaje siempre, cada cual a su propia velocidad y con su inexorable destino, mientras se suceden las canciones con una contundencia apabullante. Como si el propio sonido del grupo estuviera poco acostumbrado a las dimensiones de La Riviera y luchara por salir para encontrar su espacio natural, más amplio y seguramente abierto. ‘Ohms’, ‘Digital bath’, ‘Royal’, ‘Sextape’, ‘Rocket skates’, ‘Rosemary’, ‘Feiticeira’. Un repertorio escogido con temas de aquí y de allá que el gentío corea con vehemencia sin moverse ni un milímetro salvo para brincar y poguear como es debido. Como es de ley. Sin gente plasta cotorreando alrededor y con un ambiente de razonable camaradería y militancia compartida. La pericia de Abe Cunningham a la batería merecería un capítulo propio aparte, si bien toda la banda estuvo a un nivel como poco notable (alto).

El tramo final encadena las canciones más reconocibles también para quienes no tuvieron tanta prisa por entrar, para el público más general. Traca final que se queda algo corta al no llegar a la hora y media, pero que concatena ‘Change (in the house of flies)’, ‘Minerva’, ‘Be quiet and drive (far away)’ y el recuerdo a los Smiths con la versión de Please please please let me get what I want’. La guinda la pone el desenlace con el furioso riff de ‘My own summer (shove it)’ y Chino Moreno desgañitándose en un último aullido final que todavía reverbera (y lo que te rondaré morena) en el epicentro mismo de La Riviera. Pura energía, lo que hicieron esta noche Deftones en Madrid provocará no pocos desvelos. Es lo de menos, en cualquier caso, mañana ya veremos.

Comparte
Tagged