Aquella semana en la que volvieron La Polla Records, Marea… y Hombres G

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Resulta curioso ahora esto que Evaristo me decía el pasado diciembre: «La Polla Records estuvo bien, fue un buen cohete y anduvimos por muchas galaxias. No llegamos nunca a jugar en Primera División ni en la Champions, pero en Segunda B te puedes apañar. Yo creo que estuvimos en Segunda B y subimos de categoría después de muertos. Fue bastante milagroso lo que hicimos desde Salvatierra».


Resulta curioso porque es verdad que durante los 16 años que La Polla Records ha estado en silencio, el mundo no solo no ha mejorado, sino que pareciera que ha ido a peor. Convirtiendo involuntariamente en proféticas prácticamente todas las proclamas que les convirtieron en estandartes del punk más combativo que se recuerda al sur de los Pirineos.


«Es una desgracia que la mayoría de las letras de La Polla Records sigan tan vigentes«, concedía Evaristo en esa charla con motivo de la publicación de Qué dura es la vida del artista, su libro de anécdotas y recuerdos sobre aquellos años de La Polla, desde 1979 hasta 2003. Y de tanto recordar, se ha terminado dando cuenta, supongo, de que es necesario un ‘comeback’. De que el mundo necesita de su mala hostia, de su contraataque, de su sucesión de verdades atemporales.


Y así, esta semana estallaba la boma del regreso inesperado del ‘punk patatero me cago en dios’. En pleno 2019, La Polla Records son necesarios -y es verdad que ahí está Gatillazo, el grupo de Evaristo de los últimos quince años, pero he aquí también la importancia de un nombre, de un referente-. A la espera de saber en qué consiste este regreso estamos y lo sabremos el 13 de marzo. Concretamente.


Dos días después de lo de La Polla, otra bomba: El regreso de Marea. La banda vasca, sucesión generacional natural de Extremoduro, se estaba haciendo de rogar de más. Ocho años no es poca cosa y ese es el tiempo transcurrido desde En mi hambre mando yo (2011). Había runrun, se sabía que este iba a ser el año y ya sabemos que el 12 de abril llegará su nuevo álbum, El Azogue.


A Marea les entrevisté en los noventa cuando me fogueaba en la revista de rock Los+Mejores (nunca sufientes loas a Jon Marín, un grande de la batalla). En un hotel detrás de la calle Atocha. Lo recuerdo como si fuera ayer. No habían petado y en realidad tampoco parecía que lo fueran a petar, pero algo había ahí, eso es verdad. Kutxi tenía muchas cosas que decir, era obvio, y cierta aura de malditismo. Y escribieron su propia historia con llenazos en sus conciertos y centenares de miles de discos vendidos. Son otros clásicos del rock español y es chocante que su regreso llegue a la par del de La Polla Records.


Y esta semana también han vuelto oficialmente Hombres G. «Iconos del rock español«, según la nota de prensa claramente fumeta y drogata de Altafonte. Cierto es que estos están en activo en el directo desde que regresaron con el cambio de milenio, pero verdad es también que llevaban casi una década sin currarse nueva música. Hasta esta semana, cuando han regresado Con los brazos en cruz y una letra que desubica porque a estas alturas de la película resulta un poco ridícula.


Porque David Summers cumple 55 años este 26 de febrero, pero canta sin sonrojo: «Yo soy más chulo que nadie, no me dejo acojonar, cuando me hierve la sangre siento que el mundo empieza a temblar. Soy un perro de la calle, un loco de la cuidad. Me echan de todos los bares y me cago en su puta madre. No me dejan saltar encima de las mesas».


Bueno, venga vale. A ellos se les perdona esto porque es su pose golfa y desenfadada (pero pop, nunca rock, por el amor de Tony Iommi), que esta semana está en la picota junto al lirismo un tanto pretencioso de Marea y la mala hostia de La Polla Records. Las ganas de cagarse en todo no caducan y los cincuenta son los nuevos veinte. Sin nuevos referentes, estamos en 2019 pero habitamos la atemporalidad.

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