crónica del concierto de 30 seconds to mars en el wizink center de madrid en mayo de 2024

30 Seconds to Mars en Madrid: la secta de Jared Leto

Crónicas

Quedan cien segundos para que arranque el concierto de 30 Seconds to Mars en Madrid y una cuenta atrás pone al público en situación de espera mientras Jared Leto y Shannon Leto aparecen en las pantallas caminando por los pasillos del WiZink Center rumbo al escenario. Poniendo caras, sacando la lengua, colocándose las manos en las orejas para escuchar el ruido de los 9.000 fieles que esperan que su lunes se transforme en viernes durante las próximas (casi) dos horas.

Se convierte el lugar por arte de birlibirloque en la secta de Jared Leto. Un tipo que lo mismo trepa el Empire State que camina sobre el agua, no se entera de que hay una pandemia mundial. Un Joker suicida vestido como luchador de pressing catch de los noventa. Aunque en realidad parece un Jesucristo marciano o incluso un rey mago (Gaspar, concretamente) que saluda con la manita al aire como en plena cabalgata. Solo le falta tirar caramelos.

Mucha épica con 30 Seconds to Mars en Madrid

Mucha épica desde el minuto uno con ‘Up in the air’, ‘Kings and queens’ o ‘Walk on water’. Un montaje sencillo, con apenas dos pantallas en los laterales y un gran triángulo símbolo del grupo coronando el escenario, proyectando imágenes, cambiando de colores. Sobre las tablas, Jared Leto en plan showman incansable, su hermano Shannon aporreando los tambores y en un ladito Steve Aiello trasteando con las guitarras y los teclados. El sonido es potente y consistente, la algarabía es contundente.

Podría decirse que es una sesión de mesianismo en vena, pero eso no sería del todo correcto, pues Jared se muestra en todo momento cercano a los suyos. No para de hablar, quizás demasiado, y pronto esa pose un tanto ceremoniosa del comienzo se va transformando en algo mucho más de andar por casa. Por ejemplo, cuando sube a una decena de seguidores al escenario para bailar y brincar en ‘Rescue me’. Y todo el rato gritando que «make some nooooise» o «jump, jump, jump». «Screaaaam!» es otro grito de guerra que no cesa.

Un anfitrión jovial de esos que se pueden pasar de vueltas en cualquier momento mientras no para de cantar, arengar y dar vueltas sobre sí mismo. Girando como un poseso. ‘This is war’ pone fin a la primera parte del show, a la que sigue un tramo acústico en el que solo ante el público guitarra acústica en mano el cantante juguetea. Habla y habla, se detiene y vuelve a arrancar y se lo pasa de lo lindo interpretando ‘From yesterday’ con los coros del gentío, convirtiendo el pabellón en una especie de garito.

Jared Leto y Shannon Leto durante el concierto de Thirty Seconds to Mars en el WiZink Center de Madrid
Todas las fotos son de Ricardo Rubio.
Que pasen cosas todo el rato

Para entonces ya se ha quitado el bueno de Jared la capa plateada, descubriendo una torerita roja y negra «like a matador», según sus propias palabras. Mueve el culito, promete muchas emociones y pide móviles al viento para ‘City of angels’. Jared tiene necesidad de que pasen cosas todo el rato en sus conciertos. Es como un niño pequeño hiperactivo cuyo mayor terror es el aburrimiento. Por eso en un momento dado saluda a la gente del fondo del pabellón y, como ve que hay sitios a su izquierda, en la grada habitualmente reservada para invitados y prensa, les dice que se acerquen, que se vayan delante, que son sus invitados esta noche. Y, oye, de repente hay un montón de personas reubicándose a nuestro lado, especialmente emocionada, entregadas a la causa.

Enésimo golpe de efecto de la velada. Grandilocuencia a ratos un tanto hinchada. En un momento dado saca incluso un lanzallamas para caldear un poquito más si cabe (y si acaso fuera necesario) un ambiente ya de por sí ardoroso. En ese instante hay una explosión de confeti y como uno ya tiene una edad, no puede evitar pensar en qué pasaría si fallara algún detallito por unos cuantos centímetros con tanto fuego y tanto papelito. ‘A beautiful lie’ es un momentazo bien coreado, con Jared Leto ataviado con una camiseta de la selección española de fútbol y ondeando una gran bandera de España en plan ‘la libertad guiando al pueblo’. Todo sea por agradar. Si saca el tricornio ya lo clava. Y el toro.

Cantando abrazado a las primeras filas

Pero no pasó nada y ‘Attack’ pone fin al concierto antes de la traca final con los bises, que arrancan con ‘Stuck’ y alcanzan su clímax con ‘The kill (bury me)’, con Jared Leto bajando del escenario y cantando abrazado a las primeras filas. Qué buenos son los dos primeros discos de la banda, especialmente el segundo, ‘A beautiful lie’ (2005). Es el que más pasiones levanta entre la concurrencia, como es natural, y el que quizás toquen entero en una futura gira por su veinte aniversario, tal y como avanzó el vocalista anoche desde el escenario. Molaría, desde entonces el grupo ha ido experimentando con otros sonidos con acierto irregular y un poco sí se añoran aquellas canciones.

Para el desenlace con ‘Closer to the edge’ invita a subir al escenario a medio centenar de asistentes, en un rollo comunal en el que todos siguen las directrices del líder. El meneo enajenado es generalizado. Es la secta de Jared Leto, que hace lo que quiere en todo momento y está empeñado en ser tu inolvidable divertimento. Al menos por una noche, en el WiZink Center, consiguió su objetivo, risueño y divertido como un chiquillo la mar de entretenido.

Jared Leto durante el concierto de Thirty Seconds to Mars en el WiZink Center de Madrid
Todas las fotos son de Ricardo Rubio.

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