Fotos del concierto de The Waterboys en Barcelona el 27 de noviembre. Son de Houston Party Music.

The Waterboys en La Riviera: Juglares de la leyenda de Dennis Hopper en un recital para recordar

Crónicas

Uno acude a los conciertos dividido: como espectador, deseas siempre que te encanten; como cronista, no ponerles ningún pero proporciona escaso juego literario. Por eso, salí anoche del bolazo de The Waterboys en La Riviera extasiado por lo que acababa de ver y preocupado por las líneas que iba a tener que escribir al respecto.

Y eso que la noche no parecía prometedora: un lunes, el día menos roquero de la semana y, además, uno con temperaturas gélidas que hacían desapacible el paseo hasta La Riviera. Se hubiera comprendido que al público de The Waterboys, de cierta edad y con preeminencia masculina, le costara entrar en calor. Pero no fue el caso. El rotundo sold out con semanas de antelación demostraba que la parroquia madrileña no se cansa nunca de Mike Scott y los suyos (ni tampoco la valenciana, pues ya han anunciado una tercera fecha para el próximo año tras agotar las dos anteriores en el recién inaugurado Roig Arena).

Fotos del concierto de The Waterboys en Barcelona el 27 de noviembre. Son de Houston Party Music.

Una noche irreprochable con The Waterboys en La Riviera

Con la sala llena, el pipa que afinaba la guitarra de Scott hizo una videollamada para que sus familiares y los espectadores de las primeras filas se saludaran mutuamente con la mano. Quizá debió estar más atento a su trabajo, porque lo primero que tuvo que hacer Scott después de tocar cinco notas fue volver a afinar el instrumento. Un arranque en falso que resultó el único error técnico de una noche irreprochable, en el que La Riviera permitió por una vez que domaran su terrible acústica.

El sonido, prístino y menos atronador que en otras citas recientes como la de Larkin Poe, permitió apreciar la dicción del cantante, las voces de las tres coristas y los instrumentos del quinteto. Los veteranos de tantos conciertos en La Riviera no dábamos crédito a nuestra suerte.

Dispuestos a arrasar

Pero es que, además, venían The Waterboys dispuestos a arrasar en su primera hora de concierto para que sus fans les permitieran el capricho de consagrar la segunda a su último disco, ‘Life, Death and Dennis Hopper‘. Así, sonaron entre otras «Medicine Bow», con una intensa coda; una energizante «Be My Enemy»; la versión de «Knockin’ On Heaven’s Door» con la que sueñas que Bob Dylan te bendiga alguna vez antes de morir(se); la muy coreada y muy grabada con los móviles «Fisherman’s Blues», o una emocionante y, en apariencia, infinita «This Is The Sea».

Sigue teniendo Mike Scott un aire en sus pulmones y una precisión con las cuerdas nada desdeñables para un hombre que este mes cumple sesenta y siete años. Más o menos, la misma cantidad de músicos que han pasado por The Waterboys (y no es una exageración), en directo o en estudio. Los que le acompañan en este 2025 parecen muy cómodos con el espacio que Scott les deja para brillar; en especial, los ya veteranos James Hallawell y Paul Brown, a las teclas ambos. El segundo de ellos (del que Scott dijo: «Es tan americano que hasta nació el 4 de julio») reclama su espacio a puntapiés, a puñetazos en el aire y aporreando a placer su teclado, para delirio del público.

El show continúa

Los primeros sesenta minutos de recital volaron, y el estruendo de los aplausos (que hubieran sido aún más sonoros si los espectadores hubieran podido dejar sus abrigos en el ropero, pero a cuatro euros por prenda, pues ya me entiendes) demostró que, de haber acabado ahí, todos hubieran dado por amortizado el precio de la entrada. Mike Scott y sus músicos saludaron y salieron del escenario, advirtiendo, eso sí, que el show continuaba.

Hasta entonces, la presentación escénica había sido sencilla, volcada en una luminotecnia evocadora y poco más. Conscientes de que las canciones de Life, Death and Dennis Hopper iban a ser un hueso duro de roer para algunos, utilizaron un apoyo visual extra proyectando imágenes en la pantalla ubicada detrás de los músicos (el primero de los vídeos fue Steve Earle, que en 2026 se unirá a la gira de The Waterboys, interpretando el tema inaugural del disco, «Kansas»). También ambientaron el escenario con algunas fotografías de Hopper de buen tamaño.

Un disco sobre Dennis Hopper

El último elepé de The Waterboys es uno de la vieja escuela, de los que tienes que escuchar de principio a fin para que su arco temático (auge, caída y redención del actor, director, fotógrafo y notorio drogadicto Dennis Lee Hopper) cobre sentido. El inconveniente es que el disco contiene veinticinco cortes a lo largo de sesenta minutos, así que no tiene fácil traslación al directo.

La solución es una versión simplificada de «solo» once temas, pero manteniendo la cronología de la vida de Hopper. Mike Scott puso en contexto algunas de las canciones con breves presentaciones que iba traduciendo simultáneamente una de las tres coristas que se les unieron para la interpretación del disco.

Un matrimonio de ocho días

Por ejemplo, «Blues For Terry Southern» está dedicada al guionista de Easy Rider, quien nunca recibió ni un dólar por su trabajo a pesar del tremendo éxito de la cinta independiente. En cambio, «Michelle (Always Stay)» habla de Michelle Phillips, una de las cinco esposas que tuvo Hopper y con la que estuvo casado… ocho días. «Los primeros siete fueron bastante buenos», dijo Scott que afirmó Hopper al respecto.

Así, las canciones iban dibujando un paisaje humano alrededor de la errática vida de Dennis Hopper, desde su época como símbolo de la contracultura americana (ilustrado con imágenes de Easy Rider y La última película) hasta su etapa al borde del suicidio lisérgico (Apocalypse Now nunca falla para tal propósito). Sabemos que Hopper logró salir del pozo y encontró, a su manera, la paz. La música del disco refleja todos esos estados de ánimo, desde la iracunda crispación de «Hopper’s On Top (Genius)» o «Ten Years Gone» hasta el bálsamo sonoro de «I Don’t Know How I Made It» y «Golf, They Say». Porque, ¿qué final más plácido puede haber que acabar jugando al golf con Willie Nelson?

‘The whole of the moon’ para rematar

Como era de esperar, los casi cuarenta y cinco minutos de interpretación de Life, Death and Dennis Hopper, por admirables que fueran, agotaron la paciencia de algunos espectadores, que se entretuvieron mirando Instagram o yendo a las barras a pedir otra cerveza. Mike Scott dio las gracias al público «por escuchar», pues la mayoría sí lo hicimos, y recuperó a toda la sala con la concatenación de «A Girl Called Johnny», «The Spirit» y «The Pan Within».

Scott, por mucho que idolatre al hierático Dylan, disfruta siendo un crowd-pleaser, así que el único bis fue la canción que muchos deseaban escuchar, «The Whole Of The Moon» (This Is The Sea fue el segundo disco más representado de la velada, con hasta seis de sus temas). Habían pasado dos horas y cuarto desde el inicio, de modo que estos The Waterboys entregaron cantidad y calidad. Están en un momento dulce, convertidos en nombre icónico con su base fiel de admiradores, pero en absoluto dormidos en los laureles. La prueba es la catedral sonora que han construido a mayor gloria de aquel kamikaze genial que fue Dennis Hopper.

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